Italia – Padre Ángel Fernández Artime: “Hemos optado como Congregación que nunca abandonaremos nuestra presencia entre los pueblos originarios”

18 Octubre 2019

(ANS - Roma) - Fue el 11 de noviembre de 1875 cuando Don Bosco bendijo a los primeros misioneros salesianos, dirigidos por Juan Cagliero, con destino a la Patagonia. Desde Argentina, los Salesianos de Don Bosco se extendieron a todas las ciudades de América Latina, donde siguen siendo una presencia importante en las misiones de la Amazonia. Y hoy el Rector Mayor confirma y relanza el compromiso salesiano de educar a los jóvenes indígenas “para que sirvan a sus pueblos y no lo abandonen”.

Padre Ángel, en la 150ª Expedición Misionera Salesiana, entregaste la cruz a 36 hermanos, 9 de los cuales serán enviados a las obras de la Amazonía (Brasil, Ecuador, Perú y Venezuela). Usted ha visitado esos países muchas veces, incluso recientemente. ¿Cuáles son los problemas más urgentes, especialmente para los jóvenes?

Somos una Congregación reconocida en la Iglesia por la educación y la evangelización de los jóvenes, esta es nuestra identidad carismática. Al mismo tiempo Don Bosco fue un gran misionero: él mismo envió a los primeros salesianos a la Patagonia. Por eso nos reconocemos como una Congregación misionera. En América Latina tenemos obras destinadas a 63 pueblos originarios, ninguna otra Congregación está tan cerca de tantos nativos como nosotros. El primer beato de Sudamérica es un joven laico salesiano de Argentina, Zeffirino Namuncurá, de la tribu Mapuce, un pueblo del sur de Argentina. Hablando y escuchando a mis hermanos que viven en esos lugares y que muchos de ellos han dedicado toda su vida; manifiestan que surge el problema más grave que es el abandono de la Amazonía por parte de los jóvenes nativos para emigrar a las grandes ciudades. De esta manera los pueblos originarios pierden a las nuevas generaciones y al mismo tiempo; pierden su identidad, y solo los ancianos permanecen en el bosque.

En este contexto, ¿cómo puede la Iglesia hacer oír su voz?

En Brasil, por ejemplo, hemos realizado una elección como Congregación: nunca abandonaremos nuestra presencia entre los pueblos originarios y, en segundo lugar, intentamos apoyar con educación a los jóvenes indígenas para que sirvan a su pueblo y no los abandonen. Una muestra de este compromiso es nuestra Universidad de Campo Grande, capital del Estado de Mato Grosso, en Brasil, a la que asisten más de 12.000 jóvenes, entre ellos 100 jóvenes de las poblaciones originarias, como los Xavantes, enviados por nuestras obras y apoyados en sus estudios, en su formación y en la vivienda.

Esta es una forma de mantener la fe en nuestra misión, es una inversión de la juventud nativa para el futuro y la supervivencia de los pueblos de la Amazonía. Pero no solo en la Amazonía estamos comprometidos con la educación, como por ejemplo en Bolivia y Haití con las experiencias de las escuelas populares a las que asisten miles de niños que sin nuestros trabajos no podrían recibir ningún tipo de educación.

En todo el mundo tenemos 58 universidades salesianas donde, siguiendo los pasos de Don Bosco, pido como Rector Mayor que se garantice la gratuidad de los estudios y aceptando a los jóvenes más pobres.

El otro tema es el medio ambiente. Ciertamente nosotros también estamos preocupados, no solo desde el punto de vista ecológico, por el cuidado de la Creación en plena armonía con la Iglesia y de manera particular con el Papa Francisco, a partir de los contenidos de la encíclica Laudato Si'.

Continúan apostando por la educación...

Este es ciertamente el caso del Amazonas, de la India, donde tenemos muchos colegios, y de África, donde estamos dando nuestros primeros pasos. Es un gran esfuerzo porque hay que pagar a los maestros y mantener las estructuras, pero es una elección de Congregación que nos parece -y lo decimos con gran humildad- una contribución esencial para dar un futuro a los jóvenes más frágiles y contribuir a la supervivencia de los pueblos originarios. Como estamos haciendo, por ejemplo, en Paraguay con el pueblo Ayioreo, en el Gran Chaco: aquí, cuando llegaron los primeros salesianos hace 60 años, empezamos a invertir en la escuela y en la formación profesional.

Recientemente he estado visitando a mis hermanos y a su gente que viven a lo largo del río Paraguay. Hoy en día, muchos jóvenes Ayioreos asisten a nuestra universidad. Creemos mucho en la educación. En 2015, cuando el Papa vino a Valdocco con ocasión del Bicentenario de Don Bosco, invitó a los Salesianos a ser personas concretas tras las huellas de su fundador que trató de resolver los problemas de los jóvenes que le fueron confiados.

Creo que estar cerca de los jóvenes nativos de la Amazonía, significa para nosotros invertir en su educación para que puedan tener las herramientas y para hacer oír sus voces.

¿Qué esperan sus hermanos que viven en la Amazonía y las Iglesias locales de este Sínodo, eclipsado por los incendios que devastan el pulmón del mundo?

Creo que esperan de toda la Iglesia una palabra evangélica y valiente. Mis hermanos salesianos esperan ante todo cercanía como Iglesia y como Congregación, cercanía a estos pueblos que a menudo no tienen voz o tienen una voz demasiado débil. Y luego de nosotros como Iglesia necesitan coherencia y no solo palabras "políticamente correctas": no tomar una posición es a menudo una tentación para nosotros. En este sentido, los Salesianos nos sentimos plenamente en línea con la palabra profética y valiente del Papa Francisco, que ha llamado a este Sínodo: hoy y con Don Bosco, decimos también: “estamos con el Papa”.

El Sínodo de la Amazonía cae precisamente en los días en que millones de niños y niñas salieron a las calles para sensibilizar a la opinión pública sobre la protección del Planeta. ¿Qué habría dicho Don Bosco a estos jóvenes que, también siguiendo la invitación del Papa, se están convirtiendo en protagonistas de su futuro?

Estoy convencido de que Don Bosco habría animado sin duda a sus jóvenes a defender el medio ambiente, invitándolos a conservar la belleza de la Creación, habría subrayado la acción de Dios en la Creación, habría animado a difundir esta sensibilidad entre sus semejantes y entre los adultos, porque está claro que salvaguardar el don de la creación es un deber para todos, significa asegurar el futuro de las nuevas generaciones. Y Don Bosco dio su vida por los jóvenes. Me asusta la falta de una visión en perspectiva de tantos políticos y gobernantes: una falta culpable, no porque no crean que sea un tema importante, sino porque no es útil para su "poder". Por eso estoy convencido de que, como creyentes en el Señor Jesús, no podemos ser neutrales: en el cuidado de la Creación no puede haber neutralidad, no es posible.

Desde el comienzo de su pontificado, el Papa ha invitado a todos a permanecer junto a los descartados de la tierra. Su voz, a menudo la única, se ha alzado a menudo invitando a los jóvenes “a no dejarse robar el futuro”. Las mismas palabras contenidas en el Laudato Si’ son las que empujan a millones de jóvenes a salir a la calle para salvar el planeta. Sin embargo, incluso entre los creyentes -incluso en estos días en que se celebra el Sínodo no falta la polémica - existen intolerancia hacia el Magisterio del Papa Francisco...

La historia de la Iglesia nos enseña que incluso los signos proféticos más pequeños nunca han sido aceptados de manera pacífica. Por eso debemos orar por este Sínodo porque -y lo digo porque tuve la suerte de participar en el Sínodo anterior sobre la familia- tengo la sensación de que será un trabajo complejo tanto para los temas de la organización de las comunidades cristianas de los pueblos originarios, como porque la presión social y la de algunos gobiernos sobre los temas ambientales es muy fuerte.

Que el Espíritu Santo guíe verdaderamente la obra y la reflexión del Sínodo, vivamos este tiempo en la fe. No nos asusten los ataques: no todo será fácil, pero estoy convencido de que de estos grandes acontecimientos eclesiales surgen siempre luz y nuevas oportunidades para favorecer a los creyentes y a las Iglesias que viven en zonas fronterizas como la Amazonia, para que se sientan apoyados, fortalecidos, escuchados. Esta es la gran riqueza del Sínodo.

Marina Lomunno

Fuente: La Voce e il Tempo

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