¿Quién es Mariluce?
Soy de la etnia Bará, nací en la frontera de Colombia con Brasil. Mi nombre de nacimiento es Diatoh, que significa "fuente de agua"… Quería ser maestra y estudié y me formé con las Hijas de María Auxiliadora… Hice lo que era mi proyecto de vida, pero no estaba contenta porque sentía que me faltaba algo y descubrí que mi plan de vida, sin el plan de Dios juntos, no valía la pena.
¿cuáles son lo positivo y los desafíos misioneros?
Veo positiva la misión de servir incansablemente, con mucho amor, porque hay un sacrificio, no hay coche ni autobús. Pero las hermanas misioneras y nosotras estamos allí juntas. Con nuestra manera de ser indígenas, con nuestra espiritualidad y características, nos integramos con los misioneros y vivimos el carisma salesiano. Hoy somos diez Hermanas de origen indígena…
¿Cuál ha sido su contribución al Sínodo y que hará en el Sínodo?
Mi primer aporte fue en la consulta que se realizó en las comunidades de Taracuá, en el Alto Río Negro… Como auditora, escucharé, escucharé. Y si tengo tiempo para hablar, también hablaré. Es el camino que Dios está trazando para mí, no es mi elección. Existe este sentimiento de gratitud a Dios y, al mismo tiempo, una gran responsabilidad, representar al pueblo.
¿Por qué es importante el Sínodo?
Este Sínodo es muy importante para escuchar para escuchar a los pueblos de la Amazonía, a los indígenas que están en esta realidad. Y al hacerlo ya está empezando a cambiar la forma en que la Iglesia sirve y evangeliza en la Amazonía, porque quiere acercarnos a Él.
¿Qué puede hacer el Sínodo por las presencias cristianas indígenas en la región?
Puede traer esperanza, una nueva forma de evangelización, más liderazgo juvenil. En nuestro campo indígena no existe la figura del diácono permanente. Solo hay un sacerdote en la parroquia y no llega a todas las comunidades, es todo muy difícil, muy lejano, muy caro. El Documento de Trabajo tiene uno de los puntos positivos que es hablar del diácono permanente, porque hay familias que son fieles, que dan buen testimonio, son personas casadas que viven fielmente y podrían entregarse más a la Iglesia. Tenemos mucha esperanza en el Sínodo, que ayudará y será algo positivo para toda la Iglesia. Con el espíritu verde, como el Amazonas: ¡esa es nuestra esperanza!
