Sarandí del Yí, Uruguay – junio 2018 - “Si hay encuentro hay alegría” fue el lema que acompañó al Encuentro Nacional de Adolescentes del MJS en Uruguay, celebrado el sábado 9 de junio, en el Instituto Benigno Paiva Irisarri, más conocido como “El Paiva”, ubicado en Sarandí del Yí (Departamento de Durazno, centro del país). Esta obra, que alberga a los adolescentes y jóvenes más pobres del Uruguay rural festeja 50 años de su fundación. Los destinatarios de “El Paiva” son muchachos que viven en el campo, hijos de trabajadores rurales, que se ven imposibilitados de continuar sus estudios Secundarios, tanto por una cuestión geográfica como económica. La Obra les brinda en forma gratuita a unos 60 jóvenes residencia, alimentación, formación y traslado a la ciudad de Sarandí del Yí para realizar sus estudios en las instituciones estatales más próximas.

Esos jóvenes fueron el sábado 9 los anfitriones de más de 800 adolescentes y animadores que llegaron de las Casas salesianas de todo el país. Sobre las 9.30 de la mañana llegó el primer grupo. Los adolescentes y sus animadores fueron recibidos por un joven a caballo que los escoltaba durante el camino de entrada al instituto, unos 500 m. Al final, eran recibidos por otro joven que les daba las indicaciones básicas para poder ubicarse dentro del predio.

Cuando todos los participantes arribaron se dividieron en grupos para compartir una dinámica de presentación. Luego se propició un juego en el que mediante distintos desafíos los adolescentes podían conseguir figuritas para llenar el álbum del encuentro donde se podían observar frases de Don Bosco, imágenes que evocaban características de un encuentro y santos de la Familia Salesiana. Se podía ver mucho movimiento y color: algunos que corrían, otros resolvían acertijos, otros que buscaban distintas personas para sacarse la tan conocida selfie.

Tras el juego llegó el almuerzo por comunidad y un rato de patio libre. Una hora y media después se trasladó a todos los adolescentes a la ciudad de Sarandí del Yí, donde en la plaza de la ciudad los estaba esperando otro escenario para seguir viviendo el encuentro. Allí se los separó en los mismos grupos para realizar una cacería en todo el pueblo. Este juego consistía en distintos desafíos que los adolescentes tenían que cumplir: sacarse una foto con el panadero, conseguir a una señora con ruleros en el cabello, son algunos ejemplos.

En este momento, todo el pueblo se vio implicado en este encuentro, donde los adolescentes, con su característica espontaneidad y alegría, lograron que los habitantes hicieran lo que se les pedía y sobre todo les robaban una sonrisa. Al finalizar, se compartió la merienda y un momento de dinámica experiencial que los ayudó a pasar por el corazón lo que habían vivido y descubrir cómo esto los transformaba. De allí, todos los participantes se congregaron en las afueras del gimnasio para un momento de oración donde se los invitó a través del canto, el silencio y representaciones, a contar a sus compañeros lo vivido, a poder ser luz. Cada comunidad se reunió alrededor de un fuego armado para poder apaciguar el frío que se hacía sentir al bajar el sol. La jornada terminó como empezó, con la presentación de la banda John Boss Rock que propició que a través de la música todos se unieran en la despedida festiva y agradecida por lo experimentado ese día en “El Paiva”.