Nací en Lahore, Pakistán, en una familia cristiana – por ello doy gracias a Dios, a mis padres porque fueron mis primeros maestros y mis catequistas, y hemos crecido en familia en un ambiente de igualdad entre mujeres y hombres.
Desde muy pequeña he sentido el deseo de hacer algo bueno por los niños y las mujeres pobres, porque veía que mi familia se preocupaba, incluso con sus pocos recursos al servicio de los necesitados. A los 13 años sentí una fuerte necesidad de buscar el sentido de mi existencia y me empeñaba en las iniciativas de voluntariado y empecé a conocer diferentes congregaciones religiosas, pero no estaba satisfecha, ni en paz. Creo que fue la Eucaristía que me sostuvo en esos momentos.
A los 15 años, en 1999, me encontré con los Salesianos. Me llamó la atención la vida de oración, la dedicación y la alegría de los misioneros, así que me sentí atraído por las Hijas de María Auxiliadora. Luego de un tiempo, un salesiano me dio un libro sobre Madre Mazzarello y luego me estaba seguro de mi deseo. Pero mi sueño de ser religiosa era poco probable, debido a la ausencia de una comunidad de las FMA en mi país.
Un sacerdote muy cercano a mi familia me sugirió elegir entre una congregación femenina activo en Pakistán o el matrimonio. En ese momento yo estaba de acuerdo con enamorarme y buscar un pretendiente, pero a condición de esperar hasta mis 25 años para decidir ser religiosa o casarme. A solo dos meses de aquella fecha, los salesianos me invitaron a un encuentro vocacional, donde decidí ser religiosa. Mi pareja respetó mi decisión.
El 2009, después de un año de preparación con los salesianos de Quetta, fui a Filipinas para continuar mi camino vocacional, ahora mi mayor deseo es integrar los valores de las diferentes culturas con el mío y con el carisma salesiano, para llevarlo todo en Pakistán y promover la dignidad de la vida, de las mujeres y de los jóvenes. Y rezo, y con la voluntad de Dios, “espero un día poder ver la primera comunidad de las FMA en Pakistán"
Fuente: AustraLasia