Simone Srugi (15 de abril de 1877 - 27 de noviembre de 1943) pasó los primeros 11 años de su vida en su ciudad natal de Nazaret, donde los misterios Cristológicos y marianos de la Encarnación, de la adolescencia y de la "vida oculta" de Jesús dejaron una profunda huella en su alma sensible. Creció en Belén durante aproximadamente 5 años, fraternizando con los primeros salesianos que llegaron a Tierra Santa en 1891.
En Belén, quedó impresionado por la humildad y la pobreza del Niño Jesús en la gruta de la Natividad y bebió de las devociones al Santisimo Sacramento, al Sagrado Corazón, muy cultivados por los religiosos de la "Sagrada Familia". Los santuarios de Jerusalén se convirtieron en una fuente constante de inspiración para parecerse a Jesús Crucificado y Resucitado.
En los 51 años vividos en Betgamàl, lugar del entierro de San Esteban, maduraron en su vida el trabajo santificado por la oración continua "en espíritu y verdad", la bondad educativa, la dulzura y la humildad, la práctica del perdón y la reconciliación, la simplicidad del “pequeño camino” en la vida cotidiana de la vida comunitaria, la compasión por los enfermos y los pobres, donde se consume íntegramente, especialmente como enfermero.
Era querido por todos. Los Salesianos, las Hijas de María Auxiliadora, los jóvenes y los laicos colaboradores, los pobres y los enfermos, tanto cristianos como musulmanes, incluso los bandidos lo respetaban y lo querían. Años más tarde, los antiguos alumnos lo recordarán como el salesiano más santo y el educador más influyente.
En los trágicos eventos que siguieron entre las dos guerras mundiales, Simone escuchó la voz del Espíritu Santo y pudo comprender cuál era la misión educativa, la misión asistencial y religiosa que el Señor le encomendó.
Su vida interior tenía una sólida base teológica y sacramental. Se apoyaba en la doctrina de San Francisco de Sales y de San Alfonso María de Ligoria, así como en las enseñanzas de Don Bosco. A lo largo de su viaje de santificación, fue sostenido por el estímulo de Don Miguel Rúa y acompañado por varios maestros de almas y de esta manera alcanzó el heroísmo de las virtudes.
El reconocimiento oficial se logró con el decreto por el que se declaró Venerable al Salesiano Coadjutor Simone Srugi, firmado por el Papa San Juan Pablo II el 2 de abril de 1993, hace veinticinco años.
