Sierra Leona – Lamín, el joven de Sierra Leona que se avergüenza de sus cicatrices pero quiere ser santo

15 Enero 2019

(ANS – Freetown) – Lamín es un joven de 21 años que vive en Don Bosco Fambul, un edificio en la capital de Sierra Leona donde los muchachos de la calle son acogidos y empiezan una nueva vida en un ambiente familiar y de cariño. Un día entró en la oficina del director y, alterado, fue directo al grano: le preocupaban las cicatrices en su cuero cabelludo, en sus brazos, sus tatuajes. Le recordaban continuamente a él y a la gente que lo rodea su pasado de ignominia y vergüenza.

Huérfano de padre y madre, Lamín vivió desde pequeño en las calles de Freetown y aprendió a sobrevivir usando su astucia y su fuerza para primero mendigar y después robar. En ese tiempo probó de todo: alcohol, marihuana, cocaína y sexo con prostitutas. Estuvo dos años en la Prisión de Pademba y cuando salió, se acercó a Don Bosco Fambul pidiendo ayuda, pero “la calle” fue más fuerte y reincidió.

Al ser la segunda vez, cuando lo detuvieron lo ‘marcaron’ como es la costumbre en Sierra Leona. Gracias a Dios no le rompieron los brazos ni los dedos, pero sí le hicieron varios cortes con un machete en la cabeza, y en los brazos y para que cojeara de por vida, le cortaron el tendón de Aquiles.

Las cicatrices serían a partir de entonces su etiqueta de por vida: “ladrón cazado”.  Lamín había tocado fondo y lo sabía, así que cuando lo reconoció comenzó su viaje de vuelta, su rehabilitación y su sanación.

El director de Don Bosco Fambul le dijo que en sus cicatrices está su gloria y que no tiene que sentirse avergonzado de ellas. Que no las oculte. “Ellas muestran, junto con tu capacidad de rehabilitación, que siempre existen segundas oportunidades en la vida y que no importa lo bajo que hayas caído”.

Su vida es un ejemplo de superación: está terminando la Secundaria y quiere estudiar Trabajo Social para ayudar a los chicos de la calle en el futuro. “¡Quiero ser santo!”, dijo al final de esa conversación casi a modo de confesión. Su determinación estremeció al propio Jorge Crisafulli porque sus ideales finalmente iluminaban su pasado de sufrimiento y su historia adquiría un nuevo rumbo y sentido.

Cuando un periodista le preguntó a Nelson Mandela si se consideraba un santo contemporáneo, él contestó: “Si un santo es un pecador que sigue intentándolo, que nunca tira la toalla, entonces sí, soy un santo”. ¡Lamín sigue esforzándose!.

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