Mali – “Vicente me susurró al oído: Este salesiano es como Don Bosco”: testimonios sobre el Padre Antonio Cesar
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28 Febrero 2019

(ANS – Sikasso) – Conocía al P. César desde agosto de 1992, cuando acababa de llegar al noviciado salesiano de Lomé. Él mismo, como maestro de novicios, fue a recibirme en el aeropuerto. Me llamó la atención su aspecto físico: delgado, atlético, tenía un traje muy sencillo y siempre con sandalias. Sus primeras palabras de bienvenida fueron dulces y cálidas, acompañadas de una hermosa sonrisa y una mirada atenta.

Por: P. Denis Soro, sdb

Éramos dos jóvenes marfileños, venidos de Abidján: Vicente y yo. Espontáneamente, se interesó por nosotros como si nos hubiera estado esperando durante mucho tiempo, así como por los detalles de nuestro viaje, las condiciones en las que habíamos hecho el viaje, nuestro cansancio. Vicente, mi compañero, me susurró al oído: “Este salesiano es como Don Bosco”. Como resultado, nos sentimos acogidos, aceptados en esta ciudad extranjera a la que llegamos por primera vez.

El carácter familiar y la preocupación sincera por descubrir lo mejor de la vida de los demás dieron sentido al rigor y a la exigencia de la vida que animaba. Buscabala perfección, tanto para sí mismo como para sus destinatarios. Su gran corazón lo llevó a vivir su vida y sus responsabilidades con pasión.

Sus muchos años como formador, como maestro de novicios (10 años), forjaron en él un corazón atento al cuidado pastoral de las vocaciones. Despertó y acompañó muchas vocaciones tanto en la sociedad como en la Iglesia: matrimonios, seminaristas, religiosos, sacerdotes.

Guardo el recuerdo de una persona apasionada por el Evangelio de Cristo: no solo fue el fiel mensajero-anunciador, sino también el que ardió con el deseo de ponerlo en práctica en su vida personal. Lo conocimos con su "gran Biblia" personal que llevaba en viajes, garabateado sus muchas notas personales, fruto de sus meditaciones diarias.

El Padre César cultivó y testimonió en su vida personal el valor de la pobreza evangélica. Siempre humilde. Se dedicaba al trabajo manual ya sea en la granja, el jardín, la albañilería, la pintura, la limpieza.

Tenía una gran preocupación por la inculturación contextualizada. Guardo el hermoso testimonio de estos “raros misioneros” que abrazan plenamente la cultura y el alma de las personas que evangelizan. El Padre César, ha hecho suya la lengua, la piedad popular, el arte culinario y la sabiduría del pueblo togolés.

¡El Padre César no está muerto! ¡Fue violentamente arrancado de nosotros!

Su pasión pastoral por la juventud de Uagadugú, especialmente el Centro Profesional, y sus proyectos pastorales bajo su dirección, siguen vivos.

Bendito seas, Señor, por la hermosa y ejemplar vida del Padre César. Que la sangre del Padre César, derramada en suelo africano, sea semilla de cristianos y de vocaciones al servicio del Reino del Amor.

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