“La pandemia nos enseñó a valorar más lo que tenemos para dar a los otros”, explica Angélica Gonchay del comedor San Cayetano. Y esta realidad se constata en los barrios Industrial y Ludueña donde está se encuentra la obra salesiana en la zona noroeste de la ciudad de Rosario.
En pocos meses Los comedores se multiplicaron para llevar un plato de comida a la mesa de muchas personas que la pasan realmente mal por falta de lo esencial porque no hay trabajo.
“La gente empezó a organizarse para dar respuestas”, comenta Claudia De Gottardi, directora de la escuela “Padre Edgardo”.
Son muchas las personas que se movilizan a diario en busca de donaciones para llenar la olla, dando de su tiempo y esfuerzo para cocinar, para servir, para atender con amor de madre a quien viene cargando con su necesidad a cuestas.
“Cada uno que se nos cruza es y somos un Cristo sufriente”, indica Claudia. La Pascua de Jesús nos otorga un sentido nuevo y profundo a quiénes somos y lo que hacemos.
La presencia del Cristo sufriente se constata en medio de nosotros y en los hermanos y hermanas del barrio. Y caminando silenciosa, presente, bondadosa, también está María la Auxiliadora.
Son “muchas Marías en el barrio que son el ejemplo de muchas mujeres”, expresa Agustina Díaz Gonález, coordinadora del Movimiento Juvenil Salesiano de barrio Ludueña.
María, la que desde su confianza en Dios supo entregarse con generosidad en el servicio a los demás. Ella, la que hoy más que nunca se encuentra auxiliando, socorriendo, velando por sus hijos e hijas en peligro; que se hace abrazo y contención en la presencia educativa y materna, propia del sistema preventivo de Don Bosco, que muchos y muchas viven y transmiten en las obras “Domingo Savio” y “Vicaría Sagrado Corazón”.
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