Perteneciente a una gran familia de campesinos, Ignacio tuvo una primera experiencia intensa de fe en la escuela, donde el maestro Jan Kolibaj, gran enamorado de Nuestra Señora, lo exhorta a la vocación sacerdotal. Sus condiciones de salud bastante precarias mejoran repentinamente cuando un "curandero popular" cambia su dieta: también le profetiza el sacerdocio. Este sueño solo pudo cumplirse muchos años después, no sin dificultades debido a circunstancias externas e independientes.
Muchos le hablaban de Don Bosco y tras varias vicisitudes, en 1894 fue hospedado en Turín y acompañado en su camino vocacional por Don Miguel Rua. El aspirantado comienza en Valsalice. Allí conoce al Venerable Don Andrea Beltrami que marcará su camino de fe y su misión. En 1895 comienza el noviciado en Ivrea. En vísperas de los votos vive un momento de crisis vocacional, que supera gracias a la ayuda paterna del don Rua, que le urge a hacer de inmediato la profesión perpetua, que se realiza el 29 de septiembre de 1896.
En 1901 Ignazio Stuchly fue ordenado sacerdote por el arzobispo de Gorizia, el cardenal Missia y hasta 1910 se dedicó a los niños pobres, distinguiéndose como un confesor buscado y experto guía espiritual: son años de sacrificios, pero con gran fruto espiritual para las vocaciones. Luego estuvo en Eslovenia, entre Liubliana y Verzej, hasta 1924 dedicando sus energías al mantenimiento de las obras salesianas y a la construcción del hermoso santuario de María Auxiliadora en Liubliana. De 1925 a 1927 regresó a Italia a Perosa Argentina (Turín), donde se encargó de la formación de los jóvenes de sus tierras natales: Bohemia y Moravia para injertar la Congregación Salesiana "al Norte", según las palabras proféticas que le fueron dadas años antes por don Rua. En 1927 regresó a su tierra natal, a Fryxták, donde ocupó desde 1935 cargos de gobierno, incluido la Inspectoría, (Bohemia, Moravia, Eslovaquia) viendo un extraordinario florecimiento de la presencia salesiana. Enfrenta sea la Segunda Guerra Mundial que la expansión del totalitarismo comunista: en ambos casos, las obras salesianas son requisadas, los cohermanos enrolados o dispersados y él de pronto ve destruida la obra a la que había consagrado su vida.
Cuarenta días antes de la fatídica "Noche de los bárbaros", en marzo de 1950, sufrió una apoplejía: pasó los últimos tres años de su vida, primero en la residencia de ancianos de Zlín, luego en Lukov, siempre custodiado por el régimen y aislado de sus hermanos. Así se cumple su profecía de que moriría solo; pero alrededor de su lecho florecen la paz y la alegría, que él irradia en abundancia. La altísima estima que siempre había despertado en sus superiores y su gran capacidad para amar y ser amado, florecen entonces más que nunca en la reputación de santidad. Falleció serenamente en la noche del 17 de enero de 1953.
Ecónomo, prefecto, vicedirector, director, inspector, el Siervo de Dios había ocupado cargos de responsabilidad durante gran parte de su vida. Un poco como el Beato Don Rúa, tomado por él como ejemplo, fue considerado una "regla viva", un testimonio eficaz del espíritu de Don Bosco y capaz de transmitirlo a las generaciones posteriores, en contextos muy diferentes al de Turín del siglo XIX. «Ignacio Stuchly era un religioso que no escribía "Reglas", sino que las obedecía». En contextos difíciles y afrontando con mucha fe y esperanza, deja un mensaje de gran relevancia: «Trabajemos, mientras sea de día. Cuando llegue la noche, el Señor se encargará de ello ».
Sitio web https://istuchly.cz/
