Son los héroes de nuestros días, que visten todos los días un delantal blanco con el intrépido orgullo de un uniforme. Y también están los capellanes que desde hace un año, todos juntos, afrontan el Covid-19 con admirable fe y coraje. Por lo tanto, queremos agradecer a todas estas personas extraordinarias por lo que están haciendo con su más conmovedor y loable impulso de caridad. Empezamos ante todo por los operadores de la salud: médicos, enfermeras, enfermeras y en particular todos aquellos que han sido exalumnos de las Escuelas Salesianas y continúan su profesión con el mismo espíritu de san Juan Bosco, vivo y activo junto a ellos en esta batalla diaria.
Entre los capellanes, un agradecimiento especial va al sacerdote salesiano Mina Yussef Wakim. Llevó a cabo su ministerio en Turín en la provincia del ICP, pero tan pronto se graduó en Psicología el 18 de marzo de 2020, quiso dar una mano para ayudar a las personas donde era más necesario enfrentar la pandemia. La Divina Providencia lo llevó a realizar un período de voluntariado en el Hospital Universitario "Ciudad de la Salud y la Ciencia" de Turín, como capellán. Desde principios de septiembre, el padre Mina fue contratado oficialmente en ASLTO 3 como colaborador profesional y capellán del Hospital Rivoli. Desde el primer momento, todos notaron el espíritu de alegría y entusiasmo típicamente salesianos que guían a este sacerdote en su servicio como capellán. Cuando visita a los enfermos, se presenta ante todo como salesiano y portador de Jesús en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía. Su misión está al servicio de los pacientes y de quienes los atienden: médicos, enfermeras y todo el personal del hospital. Con increíble calidez humana, paciencia, gentileza y capacidad de encuentro, él lleva el espíritu de Don Bosco al ámbito hospitalario de manera muy eficaz, porque su presencia en el servicio junto a los agentes de salud es ánimo, consuelo, esperanza.
Con su disponibilidad las veinticuatro horas del día y sus constantes visitas a los pacientes, especialmente a los que han contraído el Covid-19, el padre Mina ayuda a los enfermos y al personal del Hospital Rivoli a sentir y vivir la alegría del domingo, que es Jesús buscando a sus hijos predilectos en donde el destino los ha llevado. En otras palabras, es un ejemplo de cómo la Iglesia llega a todos, especialmente a los necesitados, sin que nunca se sientan solos. Gracias al padre Mina, recordamos la forma en que Don Bosco vivió la epidemia de cólera que estalló en Turín en 1854. El fundador de los Salesianos con un espíritu lleno de ánimo convenció a un grupo de unos treinta muchachos del oratorio para que sirvieran a los enfermos de cólera, sin nunca tener miedo, confiando en la protección de la Virgen María.
