En la segunda mitad del siglo XIX, Mons. Panciera fue una de las primeras figuras en comprender las necesidades y dificultades de los niños de una clase trabajadora cada vez más numerosa. También comprende que, para crear caminos educativos adecuados al contexto social modificado, es necesario contar con expertos que tengan nuevos enfoques pedagógicos. La elección recae en los salesianos por su capacidad para combinar iniciativas de catecismo, formación y tiempo libre. Así, en 1890 se inició una larga mediación con Don Miguel Rúa, primer sucesor de Don Bosco. Después de varias cartas y algunos viajes a Turín, Mons. Panciera logra obtener la apertura del oratorio en 1901, año en que los Salesianos tomaron posesión de un edificio especialmente diseñado para ellos por el ingeniero Carlo Letter. Construido en menos de un año, el edificio está equipado con una iglesia, un teatro y un patio.
El primer director es el sacerdote salesiano Callisto Mander, que pone en práctica la pedagogía de Don Bosco, que pretende lograr la educación y la agregación social a través de actividades lúdicas como el teatro, la música y el deporte. Estos son caminos que pueden ser recorridos tanto por niños como por jóvenes. La primera actividad en comenzar es la de la banda de música. Poco después nace el club juvenil Concordia, formado por niños llenos de entusiasmo que se vuelven cada vez más los protagonistas del oratorio. El acto oficial de fundación tuvo lugar el 31 de mayo de 1903 durante la visita de Don Miguel Rúa. Para la ocasión, el club también está equipado con un estandarte, que se convierte en un fuerte símbolo de pertenencia.
En el teatro cobran vida las representaciones del círculo de filodramática, mientras que en el patio grande se desarrollan actividades deportivas como gimnasia y fútbol, que en 1906 se fusiona en la Unión Deportiva Concordia.
Sin embargo, unos años después, la gran historia goplea a las puertas del instituto. El 13 de junio de 1915 el edificio fue efectivamente requisado por el Real Ejército que lo transformó en el hospital de guerra O73 y se revolucionaron los espacios interiores. Recién en 1919 se retomó la posesión del oratorio. En la posguerra las actividades se reiniciaron con vigor y en 1923 nacieron los jóvenes exploradores católicos, si bien ya en 1931 el clima político había cambiado radicalmente. De hecho, con el fascismo en Italia, se disolvieron todas las asociaciones juveniles.
El 14 de mayo de ese año los "camisas negras" asaltaron el instituto salesiano para apoderarse de la bandera del club Concordia, que acababa de ser suprimido. La bandera, entretanto ya había sido puesta a salvo en un granero, unas horas antes. Durante los años treinta, entonces, en medio de mil dificultades, se iniciaron las primeras clases de primaria. Durante el conflicto, el instituto salesiano permanece abierto para ofrecer refugio a los jóvenes y a quienes lo necesiten. Un decenio después de la Segunda Guerra Mundial, el oratorio experimentó un crecimiento exponencial. Los espacios se ampliaron con el polideportivo y el nuevo complejo de formación profesional, continuando así un itinerario que comenzó hace 120 años.
Fuente: Walter Ronzani, Journal of Vicenza
