Aunque el miedo a contagiarse del virus estaba latente, pudo más sus ganas de ayudar y compartir sus dones con quienes más lo necesitaban. En un principio, sus padres se opusieron, pero luego recibió su apoyo para ser voluntaria. Antes de partir a su lugar de misión, se encomendó a Dios y le dijo lo siguiente: "Que se haga tu voluntad y que siempre me acompañes en este camino".
En la eucaristía de envío fue destinada a la obra Padre Luis Variara de las Hijas de los Sagrados Corazones (HHSSCC) en Playas y luego fue trasladada a Simiatug para acompañar a la población indígena. Tras un año de vivencias, aprendizajes y también de algunas dificultades, ella describe al voluntariado como una etapa única e inolvidable de su vida por todo lo que aprendió y recibió de los destinatarios con los que trabajó a diario. "Ellos me enseñaron a tener siempre ese carisma alegre de los salesianos y a cultivar la paciencia y el trato con amor".
Con todos los cuidados necesarios, ella colaboraba en la animación de la infancia misionera los sábados y formaba parte del oratorio y catequesis los domingos. En este caminar, tuvo la iniciativa de fundar un grupo juvenil que hasta el momento no existía. Entonces, comenzó a motivar a un grupo de jóvenes a través de sus vivencias y de la formación. Finalmente, el grupo tomó vida con 12 jóvenes y ellos decidieron elegir el nombre "Corazón de Jesús". Con una sonrisa en su rostro, Odalys menciona: "Es una huella hermosa que dejo aquí".
Para llevar adelante esta labor, el padre Rubinsky Sánchez fue uno de sus principales mentores, pues fue quien le inspiró y apoyó en todo momento. Además, él le ayudó a ella, y a otros jóvenes, con la formación necesaria para desenvolverse en su lugar de misión y les llenó de esperanza para ser grandes voluntarios.
Otros aprendizajes que se lleva provienen de la vida comunitaria con las Hijas de María Auxiliadora. A través de su testimonio y acompañamiento, Odalys supo tener más confianza en sí misma, a darse cuenta que ella era capaz de hacer muchas cosas, a vencer sus miedos y asegura que ahora tiene claro sus planes a futuro.
"Quiero regresar a mi parroquia y seguir apoyando a los grupos juveniles. Mi propósito es continuar adelante en el camino del Señor y prepararme para entrar a la universidad, me gustaría estudiar comunicación social", cuenta Odalys que inició su caminar en los grupos juveniles tras recibir el sacramento de la Confirmación.
A sus compañeros que tomaron la posta como voluntarios, les dejó un mensaje: "Sean valientes y no se rindan. Don Bosco dice: "La santidad consiste en estar siempre alegres", que eso tengan siempre presente en el trabajo con los jóvenes y que den todo de ellos, aunque estemos en esta pandemia".
El proyecto del Voluntariado Juvenil Misionero de la Familia Salesiano (VJMFS) no se detuvo en el Ecuador gracias el espíritu misionero de jóvenes como Odalys que tomaron una decisión: ser vida y esperanza en tiempos difíciles, así como los que vivieron Don Bosco y los jóvenes del Oratorio con la epidemia del cólera que azotó Turín en 1854.
Cristian Calderón,
Oficina Salesiana de Comunicación
Fuente: Salesianos.org.ec
