No basta con sacar a los niños y niñas de esos laberintos, para darles hospitalidad y educación: es necesario actuar con un mecanismo económico de largo alcance que exige un cambio de tipo cultural. Los salesianos y trabajadores de Ciudad Don Bosco en Medellín están convencidos de ello y formados para afrontar los casos más difíciles de la niñez y adolescencia oprimida y explotada. Los benefactores ya conocen las intervenciones para recuperar a los niños y niñas obligados a convertirse en guerrilleros y mantenidos en un estado de absoluto sometimiento, o involucrados en el narcotráfico o la prostitución. A pesar de los obstáculos, la acción educadora y social "a la Valdocco" depende de los propios niños.
Los salesianos de Ciudad Don Bosco llevan 56 años trabajando para atender las necesidades sociales y educativas de los más pobres de Medellín y alrededores. De hecho, el frente de intervención se ha expandido al área minera de Sinifaná, en la provincia de Antioquia, donde la principal fuente económica y de sustento es la minería del carbón. En las ciudades de Amagá y Angelópolis, al suroeste de la metrópoli, hay familias en las que la actividad de los mineros se ha transmitido de generación en generación. Los niños están acostumbrados a caminar por los túneles abandonados o a cavar nuevos, muy estrechos: solo el pequeño tamaño de su cuerpo permite que estos túneles sean transitables.
Aparte del riesgo imaginable para la vida y de las graves consecuencias para la salud al frecuentar ambientes oscuros con gases que afectan a los pulmones, el resultado es que la mitad de los niños en edad escolar ya no asisten a la escuela. Quedan así analfabetos uno de cada cinco de ellos, siendo las chicas las más penalizadas. Las familias detrás de ellos son incapaces de pensar en un sistema diferente.
Los salesianos quieren dejar de perseguir el problema para darle un cambio decisivo. Siguen proponiendo a los chicos la asistencia escolar, en los casos más difíciles a brindarles hospitalidad. Se trata de abordar la emergencia sanitaria, complicada por la pandemia en curso. Pero también de reconstruir la identidad de las personas violadas y hacerlas vivir como exige su edad.
Los Hijos de Don Bosco quieren dejar una huella diferente: prevenir la explotación del trabajo infantil. Pero también quieren proponer un proyecto social alternativo para que padres y madres participen activamente en la protección de los menores. Así, en Ciudad Don Bosco han desplegado voluntad e inteligencia para generar un programa psicosocial y pedagógico dirigido a 150 familias que viven en las ciudades de Amagá y Angelópolis.
Para obtener más información, puede visitar el sitio web de Missioni Don Bosco.
