Chimese es un pueblo habitado por unas 6.500 personas, pero la parroquia dedicada a San Giacomo extiende su territorio sobre otros 15 pueblos de los alrededores, cuyos ciudadanos también utilizarán el agua de la nueva bomba. Además, hay que considerar que más de 500 personas asisten los domingos a la parroquia y que en el complejo también hay un jardín de infancia que acoge a unos 200 niños, la mayoría de los cuales son huérfanos o hijos de madres solteras.
En Chimese, la mayoría de las familias ya tienen su propio pozo, pequeño pero poco profundo, que se seca de octubre a enero. El nuevo proyecto de agua, por otro lado, preveía una perforación lo suficientemente profunda en su base para poder suministrar agua durante todo el año.
En Chimese y los pueblos de los alrededores, las mujeres y los niños son responsables de recolectar agua para sus familias. Este fue el caso de Musonda Chishala, quien hasta hace poco hacía este servicio a su familia todos los días donde desperdiciaba un tiempo precioso para estudiar. En cambio ahora, Chishala toma agua directamente de la parroquia de St. James, y puede usar el resto de su tiempo libre para estudiar y jugar con sus amigos. Junto con Chishala, los niños del jardín de infantes ahora pueden usar los baños y beber agua durante su descanso matutino, en lugar de usar agua insalubre y beber agua de pozos secos y poco profundos. Como resultado, la higiene de la comunidad también ha mejorado significativamente.
“Tener acceso a un saneamiento adecuado brinda un sentido de dignidad a los niños y familias a los que servimos en nuestros programas -comenta el padre Gus Baek, Jefe de Salesian Missions-. Mejorar el acceso al agua potable asegura que los estudiantes aprendan y puedan desenvolverse en un ambiente que promueva una higiene adecuada y además reduzca el número de enfermedades transmitidas a través del agua contaminada”.
En Zambia, el 64% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza, tasa que asciende al 80% en las zonas rurales, según datos de Unicef. Además, durante las últimas tres décadas, los ingresos han disminuido constantemente; y el VIH/SIDA también se ha cobrado un alto precio en el país, tanto que hay 1,2 millones de niños huérfanos en Zambia, que tienen que luchar desde una edad temprana para recibir educación, servicios esenciales y esperanza para su futuro.