El Director de la obra salesiana, Sergio Huerta, dio la bienvenida a todos e invitó a hacer memoria, que “nos lleva -dijo- al agradecimiento y al compromiso por los jóvenes hoy como en el pasado”.
Tras la proyección de un video que recordaba la historia y presente de la obra salesiana, Fernando García, actual Provincial de Salesianos Santiago el Mayor, tomó la palabra para recordar sus propios orígenes en esta casa salesiana, pues él fue alumno del colegio y chico del oratorio. Emocionado, recordó su paso por el centro, especialmente los fines de semana “hechos de misa, cine y deporte” y destacó el estilo popular de la obra a la que definió como “un Valdocco madrileño”. El Provincial animó a seguir cultivando el encuentro con Jesús, a mirar hacia atrás con agradecimiento, pero para mirar decididos hacia el futuro. Recordó que, celebrar un Centenario es tiempo para agradecer y también “para sanar heridas para vivir con gratitud el futuro”.
Un grupo de jóvenes interpretó unas preciosas canciones que dieron paso a la intervención del Rector Mayor quien manifestó su alegría de encontrarse en esta obra salesiana, con este carácter popular, abierta al barrio, y reconoció que “estamos haciendo un camino muy bonito”. El X Sucesor de Don Bosco declaró que “merece la pena seguir caminando hacia delante, seguir siendo otro Valdocco”. Aludiendo a los años de trabajo a favor de los jóvenes en esta casa salesiana, señaló que “aquí en esta casa se sigue haciendo realidad que el mundo puede ser mejor, que son posibles oasis para los jóvenes en lso que se les prepara para la vida”.
Una vez terminado este acto, el Rector Mayor recorrió el patio, rodeado de chicos y jóvenes con globos, para inaugurar una exposición fotográfica sobre la historia de la obra. Después en la iglesia, hoy parroquia dedicada a San Francisco de Sales, presidió la eucaristía rodeado de cientos de miembros de la Familia Salesiana.
Bajo la segunda cúpula más grande de Madrid, Fernández Artime habló de los milagros que suceden cada día, “esos milagros que cambian la vida de una persona”. Por eso recordó que “en estos cien años de vida, en esta casa salesiana, habrá habido una cascada de milagros”.
La obra salesiana en el barrio de Tetuán de Madrid, comenzó en 1922 en unos terrenos donados por doña Milagros Hurtado, y comenzó con una actividad típica de los hijos de Don Bosco: el oratorio festivo. Al poco tiempo comenzaron unas escuelas populares, impulsadas por Antonio Torm, primer director y fundador de la casa salesiana.
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