Hoy “Don Bosco Calauan” se encuentra en medio de comunidades densamente pobladas, repletas de jóvenes de familias entre las más pobres y desheredadas que fueron trasladadas. De hecho, cuando el gobierno los llevó a Calauan, estas familias dejaron su fuente de ingresos en Manila y muchas siguen siendo extremadamente pobres. Gradualmente, las personas se involucran en actividades informales para ganarse la vida; sin embargo, muchos niños están desnutridos y las familias aún luchan por sobrevivir debido a la pandemia de Covid-19.
Conmovidos por la situación de estas personas, desde que llegaron en 2010, los salesianos iniciaron sus programas de apoyo.
Así, desde hace más de 3 años, a pesar de los desafíos que trajo la pandemia, el programa de alimentación de Don Bosco ha estado en marcha. El padre Ferdinand Camilo está presente entre los 25 voluntarios que se desempeñan diariamente como cocineros y ayudantes en la preparación de los alimentos. El Sr. Ronnel Tiu, SDB, acompaña la distribución de comidas en tres áreas aledañas a los sitios de reubicación. Actualmente, unos 3.500 niños y adultos que se han inscrito, reciben diariamente papilla de arroz para el desayuno y arroz con guarnición para el almuerzo; sumando en total 7.000 comidas diarias. Cada 6 meses se actualiza la lista de los destinatarios y se evalúa a cada uno de ellos para ver quién aún necesita ser parte del programa de alimentación, eliminando algunos nombres y añadiendo otros nuevos.
El padre Jeffrey Mangubat, Director, actualiza regularmente a los benefactores, entre los que se encuentran “Rise Against Hunger” (Filipinas), algunas fundaciones, además de donantes individuales que desean permanecer en el anonimato. Esto permite a la comunidad salesiana dar ayuda a los verdaderamente pobres.
Calauan representa el compromiso de la Inspectoría de Filipinas del Norte (FIN), de estar con los pobres en los suburbios. Los salesianos viven una vida sencilla, están muy cerca de los indigentes y ellos se sienten muy cerca de la comunidad salesiana, absorbiendo el espíritu típicamente salesiano.
Garantizar 7.000 comidas diarias a las familias pobres y desposeídas es, en efecto, una tarea difícil. Pero el Señor recuerda continuamente a los salesianos que cuando uno trabaja por los más pobres y necesitados, Él mismo sigue obrando milagros, también hoy.
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