Entrevistado al margen de las Congregaciones Generales de los cardenales en las que está participando en estos días de pre-cónclave, el purpurado salesiano recordó con palabras de profundo afecto y cercanía al Santo Padre recientemente fallecido, y la evolución de su relación con él.
“Lo saludé por primera vez en uno de esos encuentros en los que hay doscientas personas y el Papa estrecha la mano a cada uno. Luego, en 2018, me nombró obispo de Rabat a petición de la congregación correspondiente, y cuando tuve la oportunidad de conocerlo con un poco más de tiempo, reconoció que me había nombrado obispo sin saber siquiera qué cara tenía”.
“Tuve ocasión de conocerlo a nivel más personal en 2019, cuando Francisco vino a Marruecos y yo era el anfitrión encargado de recibirlo. Vino a nosotros para consolarnos y confirmarnos en la fe. Mi recuerdo más querido de esa visita fue cuando fuimos juntos a visitar una obra social, en una visita descrita como privada, en la que estábamos presentes solo el conductor, la seguridad, él y yo. Nos sentamos en el asiento trasero del coche, hablando en español y riendo juntos, primero durante veinte minutos en la ida y luego, durante treinta minutos, en el regreso. Y allí pude explicarle quién era yo y cómo era la Iglesia en Marruecos. Y probablemente le agradé, porque lo hice reír”.
Ese viaje, así como otros gestos significativos, como la declaración conjunta sobre la Fraternidad Humana firmada en Abu Dabi ese mismo año, dejaron huellas importantes en el mundo musulmán; por eso el cardenal López Romero comentó también: “¿Cómo vive el mundo islámico la ausencia del papa Francisco? He recibido muchísimos mensajes de adhesión y condolencias. El Papa, en su visita a Marruecos, dejó una huella muy fuerte. Cuando me encontré con el rey de Marruecos, me dijo que el recuerdo de la visita del Papa será inolvidable”.
En diversos comentarios que ha hecho a los medios, López Romero ha subrayado también algunos aspectos del pontificado de Francisco. “Había una gran atención por su parte al Mediterráneo. Estuve con él en Bari y en Marsella y dio un gran impulso a la teología del Mediterráneo. Una pastoral que quiere hacer del Mediterráneo no una frontera de paz, sino una paz sin fronteras”.
Otro mérito que reconoce al papa Francisco es también el de haber apostado fuertemente por la universalidad de la Iglesia, un dato que hoy se evidencia de manera muy clara también en el Cónclave más internacional jamás registrado. “Gracias al papa Francisco esto se ha vuelto mucho más evidente: que la Iglesia es universal, católica, que no hay fronteras geográficas que nos limiten”, afirma el arzobispo de Rabat. “Después de cincuenta años de un papa polaco, un papa alemán y un papa argentino, ¿por qué no pensar en un papa de Myanmar, de Timor o de Australia, o de América del Norte, o de África? Todo está abierto”, dice.
Por su parte, el cardenal salesiano se declara “en plena sintonía con todo lo que Francisco ha propuesto, con su modo de hacer, de decir y de actuar. Pero no soy ‘de Francisco’. Hay algunos que dicen: ‘Ah, yo soy de Benedicto XVI’, otros dicen: ‘Yo soy de Francisco’, y otros: ‘Yo soy de Juan Pablo II’. Yo soy de Cristo, soy del Evangelio. Y si me gusta Francisco, es porque es puro Evangelio”.
Y sobre el perfil del próximo Papa, López Romero tiene las ideas claras: “Creo que necesitamos un Papa que sea capaz de construir la unidad entre todos; un Papa que sea inclusivo, que no excluya a nada ni a nadie; que nos anime a caminar, porque la Iglesia es el pueblo de Dios que camina, que marcha, que no se conforma ni se queda quieto: somos peregrinos y debemos marchar, pero debemos marchar juntos. Además, debe ser también un Papa que nos conecte con Cristo desde la raíz, desde la fuente, y que nos haga beber en la fuente. Francisco me ayudó a conectarme con el Evangelio y, al mismo tiempo, con la tradición. Porque la tradición no es lo que se hizo en el siglo XIX, sino en el primero, segundo, tercero, cuarto y quinto siglo. Y lo más tradicional que existe es el Evangelio, que es la fuente de toda esta corriente”.
En cuanto a sí mismo, consciente de que él también, como todos los demás miembros electores, podría ser elegido, se desmarca con una metáfora futbolística que rinde una vez más homenaje al talento del papa Francisco: “Es como si me dijeran que Messi se retira y yo debo ser el sustituto”.
Fuentes: El Confidencial, RTvE
