“Los salesianos han tenido que adaptarse a la dinámica y a la realidad actual, con el fin de llevar los equipos, el futbolín, los altoparlantes, para ser más atractivo el oratorio – explica el sacerdote - La configuración de la comunidad salesiana es variada y se determina por el tipo de servicio prestado en la zona en la que opera la comunidad”.
¿Los oratorios son la expresión de agregación, de recreación, de evangelización, catequesis y promoción social?
Sí, sobre todo en los barrios donde hay una necesidad de asistencia y apoyo. La comunidad salesiana siempre tuvo una atención a estas formas de pobreza y a la fecha han extendido su servicio a nuevos pobres: a aquellos que han perdido su trabajo, a las familias inmigrantes, guiándoles hacia un proceso de integración. En resumen, el oratorio está abierto a las necesidades de todos y este es uno de los puntos fuertes que acercó a los muchachos y a las familias.
¿Cuál es la transformación más significativa que incidió en la evolución de los oratorios?
El haber pasado de lugares de reunión a centros que ofrecen servicio. De los bancos de alimentos al cuidado médico, hasta el pago de los servicios de escucha cuando son necesarios. El que vive en el Oratorio es consciente de que puede contar con alguien, sobre todo porque hay un fuerte sentido de solidaridad entre los miembros de la comunidad.
¿Detrás de la ayuda mutua existe una crisis numérica?
El contexto en el que se llevan los oratorios está lejos de ser una implosión, de hecho. Los muchachos se encuentran disponibles en manera genuina, real, libre, espontánea y desinteresada. En resumen, en el carisma salesiano participan muchos jóvenes a través de la solidaridad y la experiencia de grupo. El muchacho se encuentra al centro del trabajo, que consiste en una educación que sigue el proceso evolutivo, así como nos enseñó Don Bosco. Tanto es así que los oratorios sienten la necesidad de ampliar su oferta en relación con las demandas y las necesidades de hoy.
Fuente: La Sicilia