Mongolia – Un testimonio de veinte años de vida misionera: entrevista al padre Andrew Tin

13 Noviembre 2020

(ANS – Darkhan) – Pasaron 20 años de la Expedición Misionera Salesiana del 2000, en la que partió también el padre Andrew Tin, vietnamita de 53 años, para ser misionero en Mongolia. La pandemia de coronavirus y las consiguientes restricciones de viaje lo obligaron a estar lejos de Mongolia durante 10 meses, pero ahora logró retornar y compartió su testimonio de vida misionera.

¿Qué le empujó hacia la vida misionera en el 2000 y que le anima aún hoy?

Ya durante el noviciado estaba ansioso de ofrecer mi servicio a los jóvenes. Quería dar mi vida por los otros, por los más necesitados. La animación del entonces Consejero General para las Misiones, el padre Luciano Odorico, fue fundamental para empujarme hacia la vida misionera. Veinte años después siento que Mongolia es mi llamado y mi vocación. En el período de la pandemia he vuelto a mi casa en Vietnam y las restricciones a los desplazamientos me impidieron regresar inmediatamente a Mongolia. Mi familia intentó convencerme para que me quedara en Vietnam. “Hay mucho trabajo para hacer en Vietnam, no es necesario que vayas nuevamente a Mongolia”, me decían. Pero esta no es mi vocación.

¿Qué le hace sentir feliz siendo misionero?

Creo que este sea el plan de Dios para mi. Dios me ha llamado y enviado a esta misión. Aquí puedo ver la esperanza, el futuro, la alegría de las personas. Me siento feliz de contribuir a la educación de los jóvenes y poder compartir con todos la experiencia de fe.

¿Cuáles son los principales desafíos para un misionero en Mongolia?

Cruzar las barreras geográficas, culturales e idiomáticas aún es muy difícil. En contextos culturales diversos de los propios es siempre difícil orientarse y uno se puede sentir confundido. También el anuncio del Evangelio constituye un desafío, porque nuestra religión en Mongolia es vista como extranjera. En fin hay también desafíos ambientales, que inciden en nuestro trabajo y a veces lo obstaculizan. Entretanto sabemos que Dios es omnipotente y presente en todas partes: tiene el poder de cambiar los corazones, las mentes y de transformar la vida.

Después de 20 años, ¿cuales son sus sueños para el futuro de Mongolia?

¡Como hijos de un Soñador, los sueños son tantos! Sueño con salesianos misioneros que se cuiden recíprocamente. Sueño con una vida mejor para el pueblo mongol, donde todos tengan un trabajo adecuado, las necesidades primarias satisfechas y una familia para amar! Sueño con una Iglesia en Mongolia, que sea atrayente y que ofrezca una base que permita mejorar la sociedad.

Fuente: AustraLasia

InfoANS

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