Don Bosco se adelantó cien años a su tiempo cuando comenzó su misión. Me dije entonces que si los salesianos podían contribuir a nuestra juventud, ¿por qué no iba a poder hacerlo yo también?".
Fue ordenado sacerdote el 24 de mayo de 2016, por lo que este año celebrará su séptimo aniversario en la festividad de María Auxiliadora.
Durante más de veinte años, el Padre Lal ha servido en las dos sedes salesianas de Pakistán: Quetta, cerca de la frontera afgana, y Lahore, cerca de la frontera india. La comunidad de Quetta ofrece educación formal a niños del primero al duodécimo curso. También alberga un pequeño internado para mujeres, dirigido por las Hermanas del Buen Pastor, y el Hotel Elfalha, un pequeño internado para hombres.
Al igual que la comunidad de Quetta, la de Lahore tiene una escuela formal para niños del primero al duodécimo curso. También ofrece un internado, cursos de conducción y un centro de formación. Además, los salesianos de Lahore dirigen una escuela técnica, que ofrece cursos de duración variable -de seis meses a un año-, así como cursos de alta tecnología y un diploma de tres años.
En este contexto, la labor del Padre Lal es única y se destaca. "Somos dos o tres salesianos que hacemos el trabajo de más de quince personas", explica, "Piero Ramello, coadjutor salesiano, me ayuda a dirigir la comunidad de Lahore. Es extraordinario para nosotros, y realmente siento la ayuda de la Divina Providencia asistiéndonos".
Pakistán es un país musulmán, donde los cristianos representan solo el 1% de la población. A menudo viven en la pobreza y sufren discriminación. Los salesianos no reciben ninguna ayuda del gobierno para sus comunidades y obras. "Toda nuestra ayuda procede exclusivamente de bienhechores y donativos", explica el Padre Lal, "tenemos que proporcionar fuentes y medios para los sueldos de nuestros profesores y para la comida de los internados escolares".
Sin embargo, el Padre Lal no se desanima: tiene fe, como Don Bosco, y siente que la Divina Providencia está siempre a su lado. "El Señor nos envía la ayuda y lo que necesitamos", reflexiona. Luego, recordando una época en la que los salesianos temían tener que despedir a los profesores, mientras ayudaban a las comunidades sin diferenciar entre cristianos y musulmanes, dice: "La Divina Providencia intervino y protegió a todos".
El Padre Lal está radiante cuando habla de su alegría y amor por la misión salesiana. "El Espíritu de Don Bosco sigue inspirándome", dice, "me siento honrado y bendecido cuando oigo nuestra dedicación a los jóvenes. Además, la Divina Providencia va siempre un paso por delante de nosotros. No lo sabemos, pero hacemos las cosas con antelación y, cuando llega el momento, vemos que el Señor nos ayuda".
Por último, cuando se le preguntó si tenía algún consejo para los interesados en hacerse salesianos, el padre Lal reiteró con alegría su amor por la Familia Salesiana y su misión. "Es una gran causa y una gran obra para los jóvenes", respondió sonriendo. Debemos ser generosos y ofrecernos para apoyar la causa de Don Bosco'.
Julia St. Clair
