El cardenal español coincidió con Jorge Mario Bergoglio en Buenos Aires cuando este era el cardenal arzobispo de la capital argentina: “Yo he vivido allí cinco años como provincial de los salesianos y allí contactamos. Yo me quedo con que viajaba en la línea 1 de metro cuando todavía era de madera, me quedo con que visitaba las Villa Miserias, y me quedo con que, las veces que fui al palacio episcopal, el que me abría la puerta era el cardenal arzobispo. Era un hombre que sencillamente era pastor y un hombre de profunda fe y convicción”.
¿Cómo recibió la noticia de la muerte del papa Francisco?
No me lo esperaba. Yo era de los que creían y veían que el Papa estaba mejorando, lentamente, pero mejorando. Francisco nos deja en un momento histórico importante.
¿Cuál es la prioridad ahora?
Ahora debemos proceder con serenidad en los próximos días hacia la sepultura del Santo Padre, donde él quería y con la sobriedad que él deseaba, en la Basílica Papal de Santa María la Mayor. Sin duda, para mí muy querida, porque allí fui consagrado obispo.
¿Cómo valora la labor del papa Francisco?
Lo que trajo el papa Francisco fue verdaderamente una providencia de esperanza. Benedicto XVI, en su momento, hizo una aportación extraordinaria con su visión intelectual, filosófica y teológica. Y en cierto punto dijo: “He llegado hasta aquí, creo que debe llegar otro”. Y entonces llegó un Papa que venía del fin del mundo, como él mismo dijo. Un Papa que siempre quiso estar en diálogo, entre la Iglesia y el mundo. Un Papa que ha buscado, con todos los medios, acercar cada vez más la Iglesia a los más humildes, a los más afligidos de la humanidad. Un Papa que fue muy crítico frente a los abusos de poder, las guerras y las muertes. Un Papa que siempre ha tenido una mirada valiente y profética. Y naturalmente, como es lógico, no siempre aceptado por todos.
¿Cree que el Papa había previsto este desenlace?
Creo que estaba muy preparado, por lo que le oí decir muchas veces, para aceptar el último momento de su vida, y quería servir bien hasta el final. Me parece un privilegio que, en un día tan significativo como el domingo de Pascua, también haya podido despedirse del pueblo de Dios, naturalmente sin saberlo con certeza. No sé cómo se sentía, pero logró saludar a la gente a pesar del cansancio, a pesar de la dificultad que ya tenía para hablar, pero logrando moverse entre las cincuenta mil personas que estaban en la Plaza de San Pedro.
¿Y después de los funerales?
Los cardenales serán convocados al cónclave. Como creyente, creo verdaderamente que, con todas las mediaciones humanas y con todas las dinámicas inherentes a quienes piensan con cabeza propia y a quienes quieren hacer las cosas con honestidad, se intentará elegir al mejor Papa posible entre los candidatos para este mundo de hoy.
¿Habrá continuidad o un giro radical?
No creo que tras una determinada línea se produzca un “efecto péndulo”. Todo lo que experimentamos es un camino. La historia de la Iglesia ha sido así. Mi mirada es de gran esperanza, de gran serenidad. (…)
Muchos me preguntan si el próximo Papa será progresista o conservador, y respondo que el Papa del futuro no será ni lo uno ni lo otro. Deberá permanecer anclado en Jesucristo, en el Evangelio y en la tradición apostólica, porque eso ha sostenido a la Iglesia durante dos mil años. Pero también será un hombre que tratará de mantener vivo el diálogo con el mundo, porque el mundo dentro de diez años no será el mismo de ahora.
¿Entrar al cónclave con inquietud?
Ningún inquietud, porque aquí todos estamos al mismo nivel como miembros del Colegio Cardenalicio. Sin duda, será una experiencia única. Son pocas las personas que la viven en cada época. En cualquier caso, lo vivo con gran libertad de espíritu y disponibilidad.
Fuentes: El Periódico, Cope
