RMG – Conozcamos a los nuevos misioneros: Dominic, de la India a Rumania y Moldavia

(ANS – Roma) – Dominic viene del noreste de la India y se está preparando para convertirse en misionero en la Delegación salesiana de Rumania y Moldavia.

Preséntate, Dominic.

Soy HUMTSOE Zabenthung Dominic, de la Inspectoría de Dimapur. Provengo del noreste de la India, del Estado de Nagaland. Completé mi segundo año de tirocinio en mayo pasado y mi vida como salesiano ha sido un hermoso viaje lleno de momentos de alegría, aprendizaje y encuentro con el Señor. Cada etapa de la formación me ha enseñado que la vocación no es algo que poseemos, sino una respuesta gozosa a la voz suave de Jesús que nos llama con amor y nos dice: “¡Sígueme!”.

¿Qué te inspiró en la decisión de convertirte en misionero?

La semilla de mi vocación misionera fue sembrada durante mis días en la escuela apostólica, a la que ingresé en 2012. De vez en cuando, algunos misioneros ad gentes venían a visitar nuestra comunidad durante sus vacaciones en casa. Eran salesianos de la Inspectoría de Dimapur que prestaban servicio en distintos países y nos hablaban de tierras lejanas, de pobreza, de luchas y sacrificios. Y, sin embargo, en sus rostros brillaba una alegría radiante que nacía del encuentro con Cristo en cada corazón humano. Sus vidas hablaban más fuerte que sus palabras. Llevaban dentro de sí una luz que ninguna dificultad podía apagar, una alegría que ningún sufrimiento podía robar.

Aquellos encuentros despertaron en mí un profundo deseo de dedicar mi vida por completo a la misión del Evangelio. Comencé a orar, pidiendo al Señor que me permitiera compartir ese mismo fuego misionero. Busqué la guía de mis directores y directores espirituales, y alimenté mi corazón con historias de vida y biografías de misioneros y santos cuyo valor nacía del amor divino.

Tuve la suerte de participar dos veces en una experiencia misionera en el I-CARD, un centro salesiano de mi inspectoría de origen que asiste a los indígenas Mising, una de las comunidades más desfavorecidas económicamente del noreste. Allí me encontré cara a cara con la realidad de la pobreza, no en los libros, sino en el polvo, el sudor y las lágrimas de la vida cotidiana. Viví entre familias cuya alegría a menudo florecía en medio de las dificultades. Sus chozas eran sencillas, pero sus corazones rebosaban afecto. Sus sonrisas, incluso cuando la vida era dura, revelaban el rostro de Cristo más claramente que cualquier homilía. Fue un tiempo difícil, exigente en todos los sentidos, pero sigue siendo la experiencia más hermosa de mi vida salesiana hasta ahora. Aquella vivencia fortaleció mi deseo misionero y confirmó en mí la llamada a ser un misionero salesiano ad gentes, dispuesto a ir adonde el Señor me envíe.

¿Estás contento con el destino que se te ha asignado? ¿Tienes temores o preocupaciones respecto al nuevo lugar, la cultura o las personas?

He sido destinado a la Delegación de Rumania y Moldavia, perteneciente a la Inspectoría de Italia Noreste (INE). Mi corazón está lleno de gratitud y paz. Estoy verdaderamente feliz de ir adonde el Señor me envíe. Para mí, la verdadera patria de un misionero es la voluntad de Dios.

No tengo ningún temor en el corazón. Más bien, siento un profundo deseo de aprender, de adaptarme y de servir con alegría.

Este nuevo comienzo me llena de esperanza. Creo que María Auxiliadora se me ha adelantado y ha preparado el lugar donde Dios me está enviando. Con paciencia, amor y apertura, confío en que pronto me sentiré en casa entre las personas que Ella ha preparado para mí.

¿Cómo reaccionaron tu familia, tus amigos y tus hermanos salesianos cuando les hablaste de tu vocación misionera?

Mi familia ha sido mi primera escuela de fe. Me apoyan y me animan en cada paso de mi camino. Mi madre sigue siendo mi mayor fortaleza y mi silenciosa compañera de oración. Cada mañana y cada noche reza el Rosario por mi vocación, además de los momentos de oración en familia. Su fe y su amor son mi ancla de salvación; me recuerdan que toda vocación crece gracias a los sacrificios ocultos y las oraciones de quienes nos aman.

Mis hermanos y amigos de la inspectoría acogieron mi decisión con alegría y aliento. Muchos me aseguraron sus oraciones y me dieron sabios consejos. Algunos, preocupados, me recordaron los desafíos de la vida misionera, pero su preocupación solo fortaleció mi sentido de determinación. Me sentí rodeado por una red de amor y apoyo. Comprendí que un misionero nunca camina solo, porque lleva en su corazón las oraciones y las bendiciones de todos los que lo envían.

¿Cuáles son tus proyectos y sueños para tu vida misionera?

No tengo grandes proyectos personales. Mi único deseo es permanecer abierto a la voluntad de Dios y a la suave guía del Espíritu Santo. Deseo enamorarme cada vez más profundamente de Jesús presente en la eucaristía, sacar fuerza de su presencia y dejar que ese amor se irradie sobre todas las personas que encuentre.

Deseo vivir cerca de los pobres y descubrir en ellos el rostro de Cristo que sufre y, sin embargo, sigue amando sin medida. Quiero escuchar sus historias, compartir sus alegrías y sus dolores, y caminar a su lado en la fe y la esperanza.

Mi mayor sueño es vivir cada día como una ofrenda eucarística, partida y compartida en el amor. Quiero que mi vida hable de la bondad de Dios, especialmente a quienes se sienten olvidados o no amados. Ser misionero, para mí, significa ser un testigo alegre de la ternura de Dios dondequiera que sea enviado. Espero llevar consuelo a los cansados, luz a los que dudan y esperanza a los que luchan. Así, oro para que mi vida pueda convertirse en un canto de gratitud a Dios, que llama, envía y sostiene cada corazón misionero.

¿Tienes algún modelo de gran misionero cuyo estilo y vida te inspiren?

Mi modelo perfecto es Jesucristo, el primer y eterno misionero ad gentes, enviado por el Padre para llevar luz y esperanza a toda la humanidad. Él es el Verbo hecho carne que caminaba entre los pobres, curaba a los enfermos, consolaba a los afligidos y acogía a todos con compasión.

¿Cómo estás viviendo la experiencia del curso misionero (Corso Germoglio) y la participación en esta 156.ª Expedición Misionera?

Participar en este curso misionero con hermanos provenientes de muchas naciones es una experiencia gozosa y enriquecedora. Aunque procedemos de culturas y lenguas diferentes, estamos unidos por el mismo espíritu salesiano y el mismo amor por Cristo. Desde el inicio sentí entre nosotros un profundo sentido de fraternidad y alegría.

Este curso ha profundizado mi comprensión de lo que significa ser misionero ad gentes. He comprendido que ad gentes no significa simplemente cruzar fronteras geográficas, sino abrir el corazón a quienes son distintos de nosotros. Requiere disponibilidad para adaptarse, escuchar y servir con humildad. Es una vocación que exige valor, paciencia y espíritu de aprendizaje constante. Ser misionero ad gentes significa dejarse moldear cada día por el Evangelio y convertirse en un puente de amistad entre culturas, lenguas y personas.

Expresé por primera vez mi deseo de convertirme en misionero ad gentes en 2019, pero se me pidió que esperara. Mirando atrás, veo esa espera como un momento de gracia. Hoy, formar parte de esta 156.ª Expedición Misionera me llena de gratitud y humildad: es un privilegio ser parte del mismo sueño que una vez inspiró a Don Bosco a enviar a sus hijos a las misiones.

¿Cuál es tu mensaje para los jóvenes respecto a la vocación misionera?

El mundo de hoy está lleno de actividades, distracciones y oportunidades. Y, sin embargo, muchos corazones siguen buscando paz y sentido. En medio de todo esto, la voz de Jesús llama: “¿A quién enviaré y quién irá por nosotros?”. Esta llamada suele llegar en silencio, a través de la oración, de un gesto amable o de las necesidades de quienes nos rodean. Todo comienza cuando aprendemos a amar sinceramente y a cuidar de los demás.

Si sientes esta inquietud agitándose en tu corazón, tómate un tiempo para escuchar. Ora, habla con alguien de confianza y observa la alegría que sientes cuando piensas en entregar tu vida a Dios al servicio de la humanidad. Esa alegría puede ser una señal de la llamada de Dios. La vocación no consiste en abandonar el hogar, sino en encontrar el propio lugar en el plan de Dios.

No es necesario ser perfectos. Lo que importa es un corazón disponible y la fe en que Dios te guiará. El mundo necesita personas que vivan lo que creen. Incluso los pequeños gestos de amabilidad, perdón o servicio ya pueden marcar la diferencia y llevar luz a la vida de alguien.

InfoANS

ANS - “Agencia iNfo Salesiana” - es un periódico plurisemanal telemático, órgano de comunicación de la Congregación Salesiana, inscrito en el Registro de la Prensa del Tribunal de Roma, Nº. 153/2007.

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