¿Cuándo te involucras en el trabajo del voluntariado?
A los 16 años, en una jornada de jóvenes en mi país, vi el testimonio de un voluntario que me impactó. En el 2013, yo ingresé al grupo del voluntariado donde cada enero se hace misiones de dos semanas a distintos lugares. Tengo tres misiones realizadas en Cerro Chato, un pueblo del interior, y en la ciudad de Mercedes. Dos semanas entregándonos por entero a los niños que viven ahí, con distintas realidades. En Cerro Chato no teníamos ni luz donde nos quedábamos, en cambio en Mercedes en el colegio que dormíamos había luz, ventiladores. Pero al final no importa la comodidad, sino ir a trabajar con los niños.
¿Cómo se presentó la oportunidad de realizar el voluntariado en Ecuador?
El año pasado, tras finalizar la misión en Mercedes, yo tenía el deseo de irme, en algún momento, de misión durante un año a otro lado. Y el año pasado dejé de sentir que era un capricho mío, y empecé a sentir el llamado de Dios. Con el acompañamiento espiritual del salesiano José Pérez, pude discernir y entender qué elementos eran parte del llamado de Dios y qué elementos eran de mí querer personal.
¿Cuál será el aporte de Nader a los niños y jóvenes?
Yo creo que uno antes de salir de Uruguay, se puede pensar en muchos cosas que uno va a dar, pero lo fundamental es lo que ellos me van a dar a mí, si bien tengo para compartir un montón de experiencia y estar con ellos desde un mismo rol, yo vengo con un corazón dispuesto a amar: amar a los niños, amar la cultura, amar la comunidad, amar Esmeraldas y amar Ecuador en general. Lo que más va hacer mi corazón en este tiempo es amar.
