RMG – Frente a una "Nueva Normalidad", una mirada de esperanza y responsabilidad
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10 Septiembre 2020

(ANS – Rome) – La historia recogerá en manuales y ensayos la experiencia transformadora vivida por la humanidad en este tiempo y en nuestro espacio. Una "nueva normalidad" se dibuja en nuestros espacios educativos y pastorales.

El cierre de escuelas ha causado una gran perturbación en la vida de nuestros niños, adolescentes y jóvenes y sus familias. Esa situación ha afectado a su desarrollo socio-afectivo, su bienestar, como también a su vida social y a sus relaciones en los centros escolares y de formación profesional; lo que requerirá una atención especial a todos: alumnos, profesores y colaboradores laicos, es decir, a la comunidad pastoral educativa en general. Sólo la esperanza, la prudencia y el cuidado común nos pueden ayudar. O, como dice el Papa Francisco, sólo una "esperanza contagiosa" que triunfa ante mil (¡demasiadas!) incertidumbres, es una fuerza motriz ante nuestra necesidad de confianza y ante los desafíos a los que estamos y seguiremos estando sometidos.

Llega y llegará, de forma escalonada, en los diferentes puntos del hemisferio, la hora de la "nueva normalidad". Tenemos que superar el peligro de la "catástrofe generacional" de la que habló el Secretario General de las Naciones Unidas. Tenemos que superar la posibilidad de una "generación COVID". Más que nunca, necesitamos educación y cuidado pastoral para recuperarnos de la posibilidad de una calamidad irreparable, silenciosa y sin precedentes marcada por el dolor, el confinamiento, el luto, el miedo, por el sin sentido. Necesitamos llegar al desarrollo de lo mejor de cada uno de nuestros alumnos y tocar la tecla sensible al bien que transforma todo.

Nuestras obras educativas, especialmente las escuelas y los centros de formación profesional, acogen las indicaciones de sus gobiernos y autoridades sanitarias para responder a esta "nueva normalidad" de distancia física, de mascarillas incómodas, de horarios desacertados, de ambientes renovados, de procedimientos preventivos, de interdependencia y gran necesidad del "sistema preventivo". Para valorar lo mejor que tenemos: las personas, tanto jóvenes como laicos corresponsables, la prioridad consiste en centrarse en sus necesidades. Para valorar lo mejor de nosotros mismos necesitamos converger en lo más fundamental: el bienestar físico, emocional, psicológico y afectivo de las comunidades educativas y de todos sus miembros. Recuperar sin duda el tiempo perdido en cuanto a relaciones, contenidos, habilidades, aprendizaje. Aprender más y mejor y transformar esta "crisis de la humanidad" (global y planetaria) en una oportunidad educativa, en una nueva era, desafiante e innovadora. Capacitando y transformando un mundo de relaciones ricas en encuentros, de presencia afectiva y efectiva, de comunión y compartir, en el abrazo posible, en el humanismo reforzado, en la belleza de estar juntos, de nuevo, para crecer resilientes, fuertes y audaces para el mañana que amanece. Sin redundancias del pasado que no queremos ver repetidas, de sufrimiento, de despedidas, de nostalgia.

Todas nuestras iniciativas deben tener como objetivo redescubrir la alegría de ser y hacer cosas juntos; darse cuenta de que el "nosotros" es siempre más rico y preferible al "yo". El grito de la humanidad pide mucho más "nosotros" que "yo"...

Es hora de preparar a todos nuestros estudiantes para alcanzar sentido, orientándolos hacia la vida, enfrentando los desafíos, incertidumbres y oportunidades que cada nuevo tiempo nos ofrece. En la pedagogía de lo posible, es decir, reconociendo y aceptando la realidad y, al mismo tiempo, superando sus límites cuando es posible y en lo que es posible. Con optimismo, porque... ¡un paso más siempre es posible! En la gradualidad que ofrecen todos los procesos educativos. En la belleza de la equidad, del ofrecimiento de sí mismo, de la generosidad multiplicadora de los dones con la convicción que la educación es una "cuestión de corazón". En una nueva humanidad en construcción, de vida plena. Las futuras generaciones de estudiantes se beneficiarán de lo que aprendemos y de cómo crecemos al proporcionar una educación más accesible, que es más nuestra. Un Evangelio hecho para todos.

Estos tiempos nos piden que estemos más decididos a educar bien, a todos los niños, adolescentes y jóvenes, más conscientes del poder de la bondad humana y más centrados en la colaboración con las familias para educar para el futuro. Con atención, más que nunca esencial y vocacional, a los más pobres, a los más desamparados, a los más necesitados. A los que más nos necesitan, privados de recursos, de motivación, de energía, de atención.

Don Bosco no se desanimaría. Estaría en primera línea. Haría todo lo posible para salvar a cada uno de sus "queridos jóvenes". ¡También haremos lo mejor que podamos! Por eso somos Don Bosco hoy, aquí y ahora.

Para los que empiezan ahora el nuevo año escolar, o para los que vuelven a empezar después de un tiempo de encierro, la gracia y la paz de Dios nuestro Padre y el deseo de un año escolar lleno de las bendiciones de Dios y la protección de María Auxiliadora.

P. Tarcizio Morais,

Coordinador mundial de Escuelas y Centros de Formación Profesional

InfoANS

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