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SUEÑO CON UNA FAMILIA SALESIANA QUE LLEVA EN EL CORAZÓN A LOS MÁS POBRES
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18 Abril 2016

Como fruto del Bicentenario del nacimiento de Don Bosco que recientemente hemos vivido como año de Gracia del Señor, otro de mis sueños para nuestra Familia Salesiana y los amigos de Don Bosco en todo el mundo es justamente éste que fue norma de su vida: llevar en el corazón a los más pobres, y especialmente a los niños y niñas,  muchachos, muchachas y jóvenes más necesitados, a quienes menos oportunidades tienen.

Cuando les estoy escribiendo este saludo tengo todavía en la retina de mis ojos y en mi corazón la visita de 18 días realizada a Sierra Leona, donde pude encontrarme con algunas de nuestras profundas alegrías del corazón, como son  los muchachos recogidos de la calle, las muchachas liberadas de la explotación sexual a la que estaban sometidas, y los niños y jóvenes huérfanos de padre y madre a causa del ébola. Verlos a todos en la casa salesiana de Free Town, y ver cómo sus vidas va teniendo otro horizonte, hace sentir -creo que seguramente lo mismo- que podía sentir Don Bosco en Valdocco y Maria Mazzarello en Mornese, con los primeros muchachos y muchachas.

Cuando visité la cárcel de varones en la misma capital, donde pude reunirme con el diez por ciento de los presos (es decir 160 de los 1.600), de los cuales más de 1200 son jóvenes entre 18 y 25 años, pude sentir de alguna manera lo que Don Bosco sentiría en la visita a los jóvenes presos en “La Generala” de Turín.

Cuando en Accra-Capital de Ganha saludé a nuestras hermanas FMA y a las muchachas recogidas en su casa, y a los niños y niñas, y adolescentes de la casa salesiana de los SDB “Don Bosco” víctimas del 'Tráfico Humano', no pude por menos que conmoverme y agradecer al Señor que nos permita, como familia salesiana, ser un rayo de luz en tantas sombras.

Y cuando en Mecanisa, Adis Ababa (Etiopía) me encontré con los niños y niñas -más de 500-, que a diario comen allí y van a nuestra escuela o a otras cercanas, y cuando pude saludar a los muchachos rescatados de la calle que están aprendiendo diversos oficios, y otros 28 que desde la calle se acercan cada día para asearse, alimentarse allí, estar con amigos y con salesianos y decidir si quieren quedar en la calle o formar parte de los jóvenes de la casa, mi corazón latía sintiendo que Don Bosco estaba detrás sosteniendo esto y que el Señor Jesús seguía invitándonos a salir al encuentro de los más pobres.

Es por eso amigos lectores de nuestra familia y amigos de Don Bosco que afianzo una vez más mi convicción de que son los más pobres la razón de nuestro existir como familia salesiana en la Iglesia, y nuestra dedicación a ellos la razón de nuestras vidas.

Estoy convencido de que es precioso el testimonio de tantos miembros de nuestra familia que dan la vida cada día con verdadera pasión educativa y evangelizadora en favor de los jóvenes; estoy convencido de que son muchas las presencias salesianas  del mundo que miran con predilección a los más pobres. Doy gracias al Señor por ello, al mismo tiempo que les digo a todos: Hermanos, Hermanas,  hemos de «ir a más». Hemos de ser todos quienes con un corazón como el de Jesús, Buen Pastor,  como el de Don Bosco y nuestros santos y santas de esta familia religiosa que quiere constuir con todos la Iglesia, demos lo mejor que somos y tenemos en favor de los jóvenes. Y hemos de sumar en este empeño a tantas personas de buena voluntad que

El Papa Francisco, refiriéndose a toda la Vida Consagrada dice en su carta: «Despertad al mundo, iluminadlo con vuestro testimonio profético y a contracorriente».

Pienso que nuestra forma salesiana de iluminar el mundo de manera profética, a contracorriente y con radicalidad, es  nuestra opción preferencial y primera por los más pobres. Y no tengamos ninguna duda de que viviendo y actuando así, incluso sin necesidad de palabras, el mensaje es interpelante, y de gran fuerza testimonial; y no tengamos dudas de que viviendo así nunca faltarán medios para servir a los más pobres. Recordemos la firme confianza que Don Bosco tenía en la Divina Providencia, cuando, ciertamente, damos motivos para que esta llegue.

Si esto es así ¿qué más nos queda por hacer? La respuesta es: continuar en esta camino ascendente hasta…, ¡hasta que a cada Salesiano, a cada Hija de María Auxiliadora, a cada Laico de nuestra familia salesiana, a cada uno de los 30 grupos que hoy formamos este gran árbol en el carisma recibido por Don Bosco,  nos duela que un muchacho pobre, una muchacha pobre, no tengan su sitio en la casa salesiana ¡Hasta que nos duela en el alma no atender a cada muchacho o muchacha pobre que nos necesita! Si nuestro corazón siente así, no dudemos que siempre buscaremos  y encontraremos soluciones y siempre seremos muy fieles a esta opción en favor de los más pobres.

En la Evangelii Gaudium el Papa cita un texto de los Padres de la Iglesia que tiene una gran fuerza. Es de san Juan Crisóstomo y dice así: «No compartir con los pobres los propios bienes es robarles y quitarles la vida. Los bienes que tenemos no son nuestros, sino suyos». El Papa Francisco nos advierte acerca de la globalización de la indiferencia que nos hace incapaces de compadecernos ante el clamor de los demás, en una cultura del bienestar que nos anestesia (EG 54). Con gran firmeza nos hace una llamada de atención sobre la cultura del «descarte» a la que socialmente hemos dado inicio, en la que los excluidos no son «explotados» sino desechos «sobrantes» (EG 53).

Bien, pues esta es mi llamada mis amigos y amigas: ayudémonos mutuamente, y siempre desde la verdad y libertad del Evangelio, a no salirnos nunca de esta camino que es el seguro y cierto.

Bendiciones para todos y que el Señor siga llenando nuestras vidas con esa plenitud que SÓLO VIENE DE ÉL.

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