En Rosignano, Don Bosco encontró un terreno fértil, gracias también al impulso del párroco, Mons. Giovanni Bonelli, su amigo fraterno. Las vocaciones fueron abundantes. Célebre fue la “centinela del oratorio”, el coadjutor Marcello Rossi, que por décadas en Valdocco fue el fiel custodio de la primera Casa fundada por el santo. Más aún, las hermanas Sorbone, entre las que se destacan sor Angélica, pionera e inspectora en Argentina, Chile; además de Madre Enrichetta, vicaria general de las Hijas de María Auxiliadora hasta 1942. Se cuentan entre las tantas vocaciones, los hermanos y sacerdotes Arturo y Danta Caprioglio. Entre todas estas extraordinarias vocaciones salesianas brilla la figura de Mons. Ernesto Coppo, obispo y misionero salesiano en Estados Unidos, Australia e Italia.
Mons. Ernesto Coppo nació el 6 de febrero de 1870, en la zona de Stevani di Rosignano. Inicia los estudios en la casa que Don Bosco ha abierto en Borgo San Martino. Entre sus compañeros está el joven Pietro Ricaldone, de Mirabello. Aquí ambos encuentran a Don Bosco, un hecho que les marcará la vida.
Coppo, concluye su formación en el seminario de Casale y el 7 de agosto de 1892 es ordenado sacerdote. El año siguiente entra en el noviciado salesiano de Foglizzo y el 4 de octubre de 1894 emite la profesión perpetua en las manos del beato Don Rua. En 1898 a cargo de un grupo de sacerdotes salesianos llega a Nueva York, para cumplir un duro y valiente apostolado al servicio de los inmigrantes que llegaban a América buscando un futuro mejor.
“Veinte años de misión absorbieron todas las fuerzas del padre Coppo, al servicio de los inmigrados y de sus jóvenes, sea desde el punto de vista religioso que en lo social y civil”, recuerda años después el padre Ricaldone.
Este ímpetu de fe y de servicio al prójimo más necesitado, le llevaron en 1923 a Australia, en el Vicariato Apostólico de Kimberley. Tras ser consagrado obispo en Turín en el Santuario de María Auxiliadora, parte hacia Kimberley, entre los indígenas. Son años de intenso trabajo pastoral: llega a los pueblos, se encuentra con las familias, da impulso a las exigencias humanas y de trabajo, de formación, de desarrollo y al Evangelio. La experiencia organizativa y pastoral realizada en Estados Unidos le pone a disposición de su gente australiana.
Una vez que regresa a Italia, Mons. Coppo se transforma en un formidable animador de las misiones El Padre Ricaldone, ya Rector Mayor así lo recuerda: “A Mons. Coppa le gustaba declararse como un viejo obispo misionero y con insistente celo invitaba a los oyentes a pensar en las necesidades de la Iglesia en las más remotas misiones”.
Hasta el último instante de su vida vivió el magisterio sacerdotal, cesando su existencia terrena en Ivrea, donde había ido para presidir un Congreso Mariano, en la tarde del 28 de diciembre de 1948, a los 78 años de edad.
Su ciudad natal - en la que Mons. Coppo regresó tantas veces - en este 2020 recuerda el 150º aniversario de su nacimiento. Lo celebra como un ejemplo de empeño misionero y de pasión evangelizadora de enorme actualidad: por su trabajo misionero entre los migrantes en Estados Unidos, por el apoyo y la promoción de las poblaciones indígenas australianas, por su caridad paciente y acogedora hacia todos aquellos que encontró durante su vida, también en Italia.
