Argentina – La alegría de dar(se) más y mejor

07 Diciembre 2020

(ANS – Córdoba) – “Al principio ellos tenían vergüenza o desconfianza. Me preguntaban: ‘¿Profe de qué sos vos?’, a lo que respondía: ‘De la materia en la que tengas tareas nomás’”. Así habla Iván Peñalva, 25 años, estudiante de derecho. “Soy parte de la Familia Salesiana de Formosa desde hace casi 3 años. Él integra el grupo Proyecto Universitario Misionero (PUM), que es parte del MJS, y recientemente ha comenzado un nuevo servicio de voluntariado. La que sigue es su historia de empeño y donación para los menores necesitados.

Hace unos meses nos llegó la propuesta de asistir al Hogar Don Bosco. Allí los chicos desayunan, hacen sus tareas y se van poniendo al día con lo dado en las clases. Es un ambiente educativo ameno, alegre, donde aparte de estudiar, los jóvenes son escuchados, acompañados y queridos.

Los voluntarios trabajamos en conjunto con los profesionales del Hogar, tratando de hacerlo desde la libertad y creatividad, como nos enseñó nuestro papá Don Bosco. Nuestra tarea consiste en brindar apoyo escolar a chicos que presentan dificultades para seguir las clases virtuales por distintos motivos (falta de computadoras o de internet, por ejemplo). 

Fue un regalo de Dios en estos tiempos de pandemia, una alegría enorme poder volver a estar con chicos después de tanto tiempo, ahora desde el ámbito educativo “formal”, en el que nunca me había tocado estar. 

De este Voluntariado Juvenil Salesiano me quedo con muchas cosas, entre ellas, con las miradas de los chicos, las del primer día y las de la actualidad.

Al principio ellos tenían vergüenza o desconfianza, me preguntaban: “¿Profe de qué sos vos?”, y a mí me salía responder: “De la materia en la que tengas tarea nomás”. Y así, poco a poco, fuimos avanzando, fuimos conociéndonos, aprendiendo juntos (porque muchas veces tenía que volver a estudiar cosas que ya no recordaba). Entre chistes, momentitos de distensión, de escucha y acompañamiento fueron creándose lazos de amistad. 

Esas miradas cabizbajas que había al principio, esas respuestas cortitas a alguna pregunta personal ya no existen, ahora las miradas son de alegría, los saludos son cálidos y las respuestas a cualquier pregunta tienen que ir acompañadas de un “bueno, vamos a seguir charlando después, ahora hagamos la tarea”. 

Es inevitable pensar en lo que decía Don Bosco: “No basta con amar a los jóvenes, es preciso que se sientan amados”. Cuando uno ofrece su tiempo y ganas, ellos te retribuyen con su confianza, con su amor, con su alegría y su responsabilidad. 

Esta experiencia es hermosa, es un espacio único que, como animador salesiano, me ayuda a seguir formándome y aprendiendo para poder darme más y mejor a los demás.

Fuente: Don Bosco Norte

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