Esta gran cruzada de solidaridad juvenil logró recaudar USD 14.064 que fueron entregados al padre Francisco Sánchez, inspector, el jueves 11 de febrero, a través de un cheque simbólico que representa la fe que movió a los cientos de chicos y chicas que integran los diferentes grupos, sus motivaciones a compartir, su gran sensibilidad para descubrir a Dios en los otros y el valor de la solidaridad, a ejemplo de la expresión del Evangelio que hace referencia a la viuda que comparte no aquello que le sobra, sino de lo que tiene para vivir.
El padre Inspector agradeció a los jóvenes por su esfuerzo y creatividad para llevar alegría al corazón de los niños, niñas y familias que han recibido el pan de cada día en sus mesas. “No podemos paralizarnos, seguimos en esta situación de pandemia y tenemos que seguir trabajando. Gracias al MJS, a los Oratorios, a todos los que acompañan a los jóvenes en estos espacios porque es el corazón de Don Bosco que vive y vibra en su corazón. Vale la pena ser salesiano para compartir la vida y ustedes son esos Don Bosco hoy, para llevar alegría a otros jóvenes, para ser misioneros de la vida”.
El evento, que fue transmitido por redes sociales, también tuvo como propósito transparentar el destino de los fondos recolectados. Jennyfer Chiriboga, coordinadora de los Oratorios, y Alejandro Mena, coordinador del MJS, fueron quienes lideraron el proyecto con el acompañamiento de salesianos, laicos y colaboradores de la Pastoral Juvenil Salesiana.
El padre Wladimir Acosta, delegado para la Pastoral Juvenil, comenta que durante el proceso tuvieron que superarse varias dificultades. “La primera barrera fue cómo ayudo a los demás si yo mismo estoy pasando por situaciones adversas, y los jóvenes la superaron… Ellos son muy atrevidos para mí, es algo que les caracteriza porque responden a lo que les mueve desde el corazón”.
Algunas de las actividades realizadas fueron: Salesianos en Oración, espacio de reflexión y oración transmitido por Facebook; la alcancía solidaria para recolectar aportes voluntarios; venta de comida en diferentes lugares, y comercialización de chompas, mascarillas y agendas. “Constantemente nos ha movido el sentido de corresponsabilidad, hoy cerramos una fase, pero renovamos el compromiso de tender nuestras manos a quienes lo necesitan”, manifestó Jennifer durante sus palabras de agradecimientos a todos quienes se involucraron en estas acciones.
Tras la finalización de esta actividad, para el padre Wladimir el desafío es cualificar a las presencias como evangelizadoras, para que ayuden a madurar en la fe a los chicos como pide el Rector Mayor para el sexenio. “Creo que más que la actividad, más que el dinero, el desafío es que los chicos descubran a Dios y aumente su fe, que ellos encuentren en nuestros grupos, en los oratorios no solo entretenimiento, juegos, temas de formación, sino que logren hacer experiencia de Dios”.
