En octubre pasado, Caroline, trabajadora social de la parroquia “Santa Mónica” en Rongai, se puso en contacto conmigo: quería saber si conocía a un benefactor en el Reino Unido dispuesto a financiar el tratamiento médico urgente de dos niños pequeños, Brian y Maureen.
Caroline me explicó que había encontrado a Brian, de cuatro años, una mañana cuando iba a visitar a unos feligreses pobres y enfermos. Estaba hambriento y con dolor, debido cáncer de piel que cubría la mitad inferior de su cara y cuello, lo que volvía imposible que comiera alimentos sólidos o bebiera de una taza. Caroline también descubrió que la madre de Brian, alcoholizada, lo dejaba solo durante la mayor parte de sus días.
Al día siguiente, Caroline recibió un mensaje inesperado de una mujer que no conocía, explicando que estaba gravemente enferma en el hospital y quería saber si podía ayudar a su sobrina de tres años, Maureen. Los dos padres de Maureen habían muerto y los vecinos de un barrio pobre cerca de la casa salesiana “Don Bosco Utume” en Nairobi, la cuidaban. Cuando Caroline finalmente logró localizar a Maureen, descubrió que tenía un gran tumor canceroso que crecía cerca de su ojo izquierdo y que si no se trataba, seguramente perdería la vista de ese ojo.
Por lo tanto, acordamos llevar a los niños al "Hospital Kenyatta", mientras yo me pondría en contacto con Francis, un exalumno del Instituto Salesiano en Cowley, quien me había dicho en más de una ocasión que no dudara en llamarlo si alguna vez necesitaba fondos adicionales para algún niño necesitado. Y de hecho, en un par de horas Francis respondió que él y su esposa Joan cubrirían todos los costos del tratamiento, que al final acabaron costando varios miles de libras esterlinas.
Mientras tanto, los médicos del hospital evaluaron que ambos niños necesitaban cirugía lo antes posible. Organizar la operación resultó ser un desafío, entre las bolsas de sangre desaparecidas -probablemente vendidas- y las huelgas del personal, pero al final, ambas operaciones siguieron adelante. Los médicos pudieron extirpar el tumor de Maureen y salvar la vista de su ojo izquierdo, así como detener con éxito el crecimiento de la tiroides de Brian.
Cinco semanas después de su hospitalización, gracias a la habilidad de los médicos, a las muchas, muchas oraciones ofrecidas, y la generosidad de dos benefactores a miles de kilómetros de distancia, Brian y Maureen fueron dados de alta. Ahora ambos están bien cuidados y siguen haciendo buenos progresos .
