El monumento que conserva los restos de Don Beltrami lleva esta inscripción: “El Siervo de Dios ANDREA BELTRAMI, Sacerdote de la Pía Sociedad Salesiana. Murió en Turín junto a la tumba del Venerable Don Bosco el 30 de diciembre de 1897, en el fragancia de santidad. El venerado cuerpo estuvo guardado del 2 de enero de 1898 al 26 de abril de 1921, en en la tumba familiar en Omegna, cuando por decreto de la Sagrada Congregación de Ritos fue trasladado piadosamente a esta Colegiata Parroquial, en donde recuerda a los conciudadanos las sublimes virtudes cristianas".
La crónica de la época añade que a pesar del hermetismo sobre la traslación y el cierre de las puertas del cementerio, la gente al enterarse de ello irrumpió masivamente en el camposanto, demostrando la alta reputación de santidad en la que se encontraba su conciudadano.
Esta veneración por Don Beltrami no se ha extinguido. De hecho, en los últimos años, gracias al compromiso de la comunidad parroquial liderada por Mons. Gian Mario Lanfranchini y la administración municipal, se ha renovado la devoción con diversas iniciativas religiosas y sociales.
El domingo 22 de agosto en la misa solemne presidida por el padre Pierluigi Cameroni, Postulador general para las causas de los santos de la Familia Salesiana, se subrayó cómo el don Beltrami supo optar por Dios en cada momento de su vida, especialmente en la hora de prueba y enfermedad, con gran fe y abandono en Dios. "Don Beltrami - dijo el padre Cameroni - hizo de su cruz un yelmo, de su sufrimiento una esperanza, para que nada ni nadie pudiera separarlo del amor redentor de Cristo".
En la ocasión se bendijeron nuevas medallas en honor al Venerable Andrea Beltrami y se presentó un nuevo cuadro de él, obra de la pintora Barbara Piana.
