En 1996, el primer voluntario del programa salesiano partió de Alemania y fue a Irlanda. Otros 800 jóvenes lo siguieron en los años siguientes y desde 2010 alrededor de 400 otros voluntarios también han realizado servicios de voluntariado en el hogar. Todos estos jóvenes alemanes han contribuido a enriquecer y cambiar la obra juvenil y el desarrollo de los Salesianos de Don Bosco, han mejorado las estructuras en los países ex coloniales, han fortalecido la preparación de nuevos voluntarios y tendido puentes de solidaridad entre el Norte y el Sur del mundo y en la familia de Don Bosco.
Con motivo del 25 aniversario del programa, se realizó una encuesta a unos 650 ex voluntarios, con la siguiente pregunta: “¿Cómo el voluntariado ha marcado la vida en el exterior de los voluntarios y qué experiencias han traído consigo después?".
Las 180 respuestas muestran en primer lugar la importancia y el poder de estos doce meses de compromiso para tantos jóvenes de todo el mundo. Todo esto se vuelve muy claro cuando miramos la orientación hacia las políticas de desarrollo. Muchos voluntarios, de hecho, durante su servicio desarrollan una visión crítica del sistema económico internacional y de la injusticia social, un hecho confirmado por numerosas respuestas abiertas, en las que se hace evidente que las experiencias tenidas en el lugar influyen en sus actitudes, incluso años después sobre cuestiones globales como el racismo o las desigualdades.
Las respuestas ofrecidas destacan las amistades y los lazos intensos establecidos como elementos especialmente positivos, subrayando el papel de los voluntarios en cuanto constructores de puentes entre personas y culturas. En algunos casos, los voluntarios permanecen en contacto con el país donde estuvieron incluso durante varios años después del final de su asignación, gracias a las redes sociales, a través de viajes o en algunos casos con su participación en las comunidades de inmigrantes en Alemania. La experiencia de ser parte de una comunidad internacional en beneficio de los niños y jóvenes es percibida casi universalmente por los participantes como significativa, positiva y personalmente enriquecedora.
Para la familia Don Bosco, los voluntarios activos y ex-voluntarios también representan una inversión como empleados: casi un tercio de ellos después del voluntariado empiezan a realizar estudios para enseñar o en el trabajo social y les gustaría seguir su labor con niños y jóvenes.
Finalmente, el año de voluntariado con “Don Bosco Volunteers” implica a menudo compartir la vida y la experiencia de una comunidad religiosa, que muchos participantes consideran positiva. Sin embargo, una mayor confianza en la Iglesia como institución y una intensificación de la fe, no van necesariamente de la mano con esto.
"La investigación nos anima a seguir trabajando junto con nuestros voluntarios por un mundo solidario y a ampliar aún más nuestra oferta", dice Ulla Fricke, de los "Voluntarios Don Bosco" en Bonn, que coordinó la encuesta junto con Wolfgang Kirchner y Heike Strecke.
La presentación detallada de la encuesta está disponible, en inglés y español, en un documento de PowerPoint descargable al final de la página.