Un momento de oración fue el punto de partida del encuentro en el que don Ángel fue invitado por los jóvenes a jugar a los dados. El grupo de teatro Amorevo representó una escena de la vida de Don Bosco en la que el Santo encontró a unos chicos en la calle y se puso a jugar a los dados con ellos. En un momento cogió dados y lo que los jóvenes habían apostado y, corriendo, fue hasta su oratorio de Valdocco (a las afueras de Turín) y hasta allí le siguieron los jóvenes. Los chicos y chicas de Amorevo, bailando, fueron “tirando” unos grandes dados que formaban diferentes imágenes que fueron dando pie al diálogo entre el Rector Mayor y los jóvenes.
El X Sucesor de Don Bosco habló a los jóvenes animadores sobre la necesidad de cuidarse, yendo más allá de la situación sanitaria actual. Les animó a cultivar la “cultura del cuidado de las personas, el cuidado del otro y de sí mismos”, y trabajar para que en los centros juveniles se potencie esta cultura para que en todos ellos, los chicos, chicas y jóvenes, “perciban que nos preocupamos por ellos, que nos interesamos por cada uno de ellos”.
Dialogando con los jóvenes, también les animó a crecer en el cuidado de la Creación, de la Casa Común. “Juntos podemos cambiar el mundo; creo en la fuerza que tenemos” y alentó a seguir cultivando actitudes que incidan positivamente en el medioambiente, como consumir menos, ser responsables, crecer en sensibilidad hacia la Creación, y “transmitir esta mirada a los otros”.
Preguntado sobre el mundo digital y de las redes sociales, el Rector Mayor explicó que “no podemos ser analfabetos digitales”, que hay que estar en medio de ese mundo también para evangelizar, “haciendo visibles a nuestros centros juveniles, nuestras casas salesianas, como también hacía Don Bosco en su tiempo”. Pero advirtió de los posibles riesgos, como la “tendencia al exhibicionismo constante, los posibles delitos”, e insistió a los animadores a “educar a los chicos y chicas para usar bien las tecnologías digitales”, pues “no todo vale, no todo está bien”.
Sois la sal y la luz
Padre Ángel Fernández Artime, recorriendo con la mirada el teatro y viendo a los jóvenes animadores, llegó a decirles que “sois una de las realidades más bonitas que tenemos en nuestras presencias”, y les pidió cuidarse, cuidar las motivaciones y que el ser animadores sirva “para un camino de crecimiento personal” y para fomentar la cultura del servicio y la donación”.
El encuentro con los animadores continuó en la iglesia de la casa salesiana de Estrecho, donde se celebró una liturgia de la Palabra. El Rector Mayor exhortó a los jóvenes a ser sal y luz en medio del mundo, en medio de su tarea como animadores de otros jóvenes.
Para concluir, entregó a un representante de cada uno de los centros juveniles un cirio como señal del compromiso, de estos ambientes salesianos, de continuar la misión educativo pastoral en medio de los jóvenes.
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