Ucrania – Dar la bienvenida a los refugiados y escuchar sus voces permite conocer la tragedia de la guerra

05 Abril 2022
Varsovia, Polonia

(ANS - Lviv) - “Es inaceptable que en el año 2022 estalle una guerra tan terrible. Mi ciudad, Mariupol, con 450.000 habitantes era una ciudad hermosa, tenía calles maravillosas, parques espléndidos, nidos para niños, escuelas, un gran teatro. Allí Fue  donde la gente se refugió durante el bombardeo, en la sala del teatro y en el sótano. Se dice que allí murieron 300”. Habla María (nombre ficticio), testigo a su pesar de los horrores de la guerra en Ucrania, que con lágrimas en los ojos contó lo sucedido a los salesianos de Lviv, donde llegó después de 10 días de viaje - cuando normalmente, con un bus 8 horas son suficientes…

La mujer continúa:

“Cuando estalló la guerra, en nuestra ciudad de Mariupol, ya habían desconectado la calefacción desde hacía unos días; después el agua y luz, y finalmente gas. Nos habían privado de cualquier comunicación. Afuera era invierno, la temperatura era de -8°C. En el patio, sobre las piedras, encendimos un fuego para calentarnos y cocinar. Fuimos al río a buscar agua para lavarnos y trajimos agua de un pozo para beber. Todo esto se hizo a pesar de los bombardeos, pero no teníamos otra opción.

Las personas que murieron en el bombardeo yacían en la calle. Si alguien los conocía, se los llevaba para que sus familiares los enterraran dignamente. Los otros fueron enterrados como perros o gatos apenas fue posible. Mariupol es un cementerio... Nadie sabrá nunca exactamente cuántas personas murieron.

Al principio del bombardeo, nos escondíamos en nuestros departamentos, en las esquinas del ascensor, algunos en los sótanos, pero todos eran lugares inadecuados porque si la casa se derrumbaba nadie nos hubiera podido sacar.

La última noche, cuando la casa temblaba como si hubiera un terremoto, bajamos al sótano, sintiendo que algo terrible estaba por suceder. Los sótanos ya estaban abarrotados, pero de alguna manera entramos para pernoctar allí. Por la noche los soldados vinieron y nos dijeron que teníamos dos opciones: o morir bajo los escombros de esa casa o salir por la ciudad para buscar otro refugio. Si no nos hubieran avisado, nos habríamos quedado allí y no hubiésemos ido a ninguna parte, porque al día siguiente antes del mediodía, mi casa fue bombardeada.

Eramos unas 15 o 20 personas las que nos escapamos del sótano, cargando solo lo que podíamos: No tomé nada de mi apartamento: ni fotografías de mis seres queridos, ni mis cosas favoritas... Huimos hacia el centro de la ciudad, luego bajamos hacia el mar y después de casi 24 horas tomamos un autobús a Berdyansk, en el Mar de Azov; desde allí con 50 autobuses nos llevaron junto a unas 3.000 personas a Zaporozhye y la siguiente parada fue Vinnytsia, desde donde llegamos a Lviv.

No debe haber guerra en ninguna nación. Debemos mostrar respeto y amabilidad los unos hacia los otros, sin importarnos si una persona es es rusa o ucraniana, polaca o alemana”, concluye.

Al igual que María, muchas personas que huyen de la guerra son desplazadas en el interior de Ucrania. Las casas salesianas de Lviv juegan un papel especial en este sentido. Son muchos los que no quieren dejar su tierra natal y en cambio encuentran allí un hogar donde sentirse seguros. Porque esta es su primera necesidad y la manifiestan claramente tanto allí como cuando llegan a las casas de la congregación de Polonia, Eslovaquia, Hungría, Moldavia… o dondequiera que estén. El vínculo con su nación sigue siendo fuerte y aunque las escuelas salesianas están disponibles y abiertas a los estudiantes ucranianos, muchos de ellos prefieren continuar con el aprendizaje online, gracias a sus maestros que están en las escuelas de Ucrania.

Muchos otros, sin embargo, se van al extranjero: desde el 24 de febrero de 2022 hasta anteayer, 3 de abril, entraron en Polonia 2,4 millones de ucranianos. Aún siguen llegando nuevos refugiados, pero a un ritmo más lento que al comienzo de la guerra. Las casas salesianas son hospitalarias y actualmente dan cobijo en ellas a varios centenares de refugiados.

Otras 300.000 personas que huyeron de Ucrania están ahora refugiadas en la República Checa y más de 200 de ellas encuentran cobijo en las casas salesianas. Allí los niños empezaron a ir a la escuela, los adultos a buscar trabajo. Se abrió un pequeño oratorio para la comunidad ucraniana en České Budějovice, dirigido por dos ucranianos, un maestro y un psicólogo, empleados por los salesianos, y otros oratorios se están preparando. En Zlín, České Budějovice y otros lugares, más de cien mujeres y niños reciben clases de checo para integrarse en la sociedad. “Estamos preparando grupos de integración cultural para los niños y también les estamos brindando asistencia social básica a ellos y a sus padres”, explican los Salesianos de la Inspectoría Checa (CEP).

Los refugiados siguen llegando incluso de lugares más lejanos, también en Italia. La Inspectoría de Italia Meridional (IME) señaló que actualmente están hospedando a 27 ¡ personas, entre Nápoles, Bari y Soverato, mientas que en las familias involucradas por los salesianos son unas 80. Otras casas de la congregación también se están preparando para hospedar a los refugiados en fuga.

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