El Pontífice al llegar ayer por la tarde a Nur-Sultan fue recibido con una ceremonia en el aeropuerto internacional, en presencia del Nuncio Apostólico, Monseñor Francis Assisi Chullikat y del Presidente de la República de Kazajstán, Kassym-Jomart K. Tokayev.
Inmediatamente después, el Santo Padre se dirigió al Palacio Presidencial, para una visita de cortesía al presidente y para un encuentro con las autoridades civiles y el cuerpo diplomático, ante el cual pronunció el primer discurso oficial. “Vengo como peregrino de paz, en busca de diálogo y unidad. Nuestro mundo lo necesita con urgencia, necesita encontrar la armonía”. Fue un largo discurso lleno de referencias a los valores de la paz, la democracia y la libertad religiosa. El Pontífice recordó también el papel crucial de Kazajistán fue definido como un país "encrucijada de importantes articulaciones geopolíticas" y fundamental en la mitigación del conflicto. Un país, remarcó el Papa, que con sus dos almas -europea y asiática- es un nexo de unión entre Oriente y Occidente.
En cambio, en la mañana de hoy 14 de septiembre, el Papa Francisco se dirigió al VII Congreso de Líderes de Religiones Mundiales y Tradicionales, que se realiza en el Palacio de la Independencia de Nur-Sultan. Imanes y patriarcas, rabinos, monjes budistas, muftis y diplomáticos y representantes de organismos internacionales, se sientan juntos estos días para dialogar y demostrar que juntos es posible superar cualquier diferencia.
En su discurso, el Sucesor de Pedro abordó numerosos temas, desde la educación hasta la guerra, desde el cuidado de la creación hasta los múltiples desafíos que ha planteado en los últimos años la pandemia del Covid-19. El Pontífice comenzó con una advertencia: la violencia nunca se justifica. A continuación recordó a los asistentes la importancia de invertir en educación en cambio que en armamentos, e invitó a todos a liberarse “de esas concepciones reduccionistas y ruinosas que ofenden el nombre de Dios con la rigidez, el extremismo y el fundamentalismo, y lo profanan con el odio, el fanatismo, el terrorismo, desfigurando también la imagen del hombre”.
Dirigiéndose a los presentes llamándolos "hermanos y hermanas" y apelando a "esa fraternidad que nos une como hijos e hijas del mismo Cielo", el Pontífice expresó la esperanza de que este encuentro pueda abrir un camino de paz, centrado en el respeto, en la honestidad y diálogo. Y para responder a la "sed de paz" que tiene el mundo, reiteró que "hace falta la religión". Para ello, la condición esencial es la libertad religiosa, "derecho fundamental, primario e inalienable, que debe ser promovido en todas partes".
Al concluir, el Papa ha querido agradecer a Kazajistán por “el esfuerzo de intentar siempre unir, provocar el diálogo, hacer amigos. Es un ejemplo que nos da Kazajistán a todos nosotros, que debemos seguir y apoyar”.