“También en mi experiencia familiar la figura de Don Bosco trae consigo una onda centenaria –comenzó el arzobispo de Perugia-. Ante una situación problemática o que requería luz, fuerza y coraje, los abuelos maternos reunieron a sus hijos para rezar una novena, arrodillados alrededor de una imagen de este santo; una estatuilla que, junto a los episodios de la vida de Don Bosco, ha atravesado y unido generaciones y que hoy pasó a mí, y está sobre la mesa de trabajo de la Curia”.
“Con esta mirada estoy aquí para dar gracias al Señor por vuestra presencia en Perugia: cien años son una meta importante, como testimonio de la fidelidad de Dios y de la generosidad de vuestra respuesta. Qué diferente sería la Ciudad y nuestra Iglesia sin vuestro carisma y vuestra obra: desde las primeras actividades en favor de los necesitados y desvalidos, a las que ustedes dieron vida en un barrio pobre como el de Porta Sant'Angelo, hasta el primer oratorio, internado, colegios, la Residencia de jóvenes universitarios, el Centro de Formación Profesional, iniciativas relacionadas con el deporte y el tiempo libre, espacios educativos y de socialización de primer nivel. Por todo esto, nuestra gratitud se extiende a los sacerdotes, religiosos y laicos que han pasado por las casas salesianas de Perugia: ustedes fueron modelos de vida, testigos de la bondad de Don Bosco, puntos de referencia con autoridad moral y queridos por muchos”.
Recordando el lema elegido por la comunidad salesiana local para la celebración del año del centenario -"Cien años de futuro"- el prelado añadió: "No es solo un lema bien pensado. Más bien, es la forma en que la Iglesia interpreta la Tradición (...) Además de la acción de gracias, este aniversario es también motivo de aliento y esperanza. Muchas fotografías sobre la condición de la juventud documentan desconfianzas, inseguridades, fragilidades, soledades: existen y pesan. Pero la medalla también tiene otra cara y ustedes dan testimonio de esto: los jóvenes pueden ser -y de hecho lo son- también otra cosa. Lo que marca la diferencia es la mirada con la que nos acercamos a ellos y aceptamos que tengan un espacio. Es una mirada que nace de la intuición, querida por Don Bosco, de que 'la educación es algo del corazón y que sólo Dios es su dueño y no podremos triunfar en nada si Dios no nos enseña el arte y no nos pone las llaves en las manos'”.
Al final de la ceremonia, se colocaron dos placas de "recuerdo" en la entrada del antiguo teatro y el antiguo oratorio del Instituto original "Penna Ricci", donde ahora tiene su sede el club ACLI en Perugia.
