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India - Mons. Thomas Menamparampil, sdb, y Madre Teresa

07 Septiembre 2016

(ANS - Calcuta) - Mons. Thomas Menamparampil, salesiano, actualmente administrador apostólico de Jowai, conoció a la futura santa en 1958, cuando era aún seminarista. He aquí algunas de sus impresiones y pensamientos como estrecho colaborador de Madre Teresa y luego como obispo de Dibrugarh y arzobispo de Guwahati.

Lo que más me impactó cuando conocí a Madre Teresa en 1958, cuando yo era un joven seminarista, fue la atención que prodigaba a los demás, en particular a los más pobres, unida a su gran entusiasmo y a la incesante capacidad de recuperarse ante las dificultades. Su manera de moverse estaba aparejada a un espesor espiritual, un profundo sentido de la vocación y una alegría contagiosa. (…)

Si la Madre Teresa tuviese que dar un mensaje para nuestra época, sería que la persona humana tiene dignidad y valor, sin importar de qué fragilidad se haya revestido el individuo. Para Teresa no era una pérdida de tiempo servir a los ciegos, a los sordos, a los mudos o a los leprosos, o acompañarlos en sus necesidades esenciales. Ella veía brillar la “gloria de Dios” a través de los ojos de las personas que estaban a punto de morir. Si una persona estaba vestida con harapos, cubierta de polvo, maloliente o de mal humor, era un ser humano, Jesús mismo.

Vivimos en una época en la cual la dignidad de la persona humana es afirmada del modo más solemne. Sin embargo, al mismo tiempo escuchamos teorías que quisieran reducir la persona humana al producto final de un proceso irracional, fruto de un choque casual de átomos y una combinación azarosa de impulsos e instintos ciegos. En síntesis, ¡un prodigio sin sentido! (…)

Si el valor del individuo es tan grande, su vida debe ser igualmente preciosa. La falta de amor por la vida es falta de amor por la humanidad, prescindiendo del hecho de que la persona en cuestión esté en el vientre materno, en la cuna, en la escuela, en la sociedad, o de que esté abatida por las   deudas y por el odio, sea ésta un presunto terrorista o un enfermo terminal. Una persona en coma no es un vegetal. El valor de su vida no se mide en términos de utilidad. (…)

Lo que precisa un niño en el vientre materno o una persona en los últimos instantes de su vida no es un rechazo a través del aborto o la eutanasia, sino la aceptación del amor y de un sentido de pertenencia. Nuestra tarea es ofrecer esto. (…)

El máximo esfuerzo de la civilización humana de cualquier época histórica se ha concentrado en torno al intento de salvar, mejorar y prolongar la vida. Eliminar vidas humanas invocando causas nobles o principios religiosos es hacer un sacrificio a Moloch. ¡Cuánto tiempo nos ha llevado darnos cuenta de que la violencia es sólo una parte del instinto suicida de una sociedad! La Madre Teresa tiene un mensaje para estos contextos. Recogiendo a un niño de la calle, y alzándolo en brazos, ella grita al mundo: “La vida es preciosa”. (…)

La santa de Calcuta parece recordar al mundo que un ser humano no es solamente un engranaje en la rueda de la economía moderna. Es más que un productor y un consumidor. Cada individuo puede ser llamado a ser un artista, un profeta, un sabio o un santo; un héroe/heroína en cada aspecto de la vida.

En realidad, las personas más comunes tienen la vocación de vivir vidas extraordinarias. ¿Cómo puede una persona descubrir y desvelar el héroe que hay dentro de sí? La Madre Teresa ha demostrado cómo puede ocurrir esto a partir de los barrios pobres.

Fuente: AsiaNews

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