No he tenido ningún problema para adaptarme a la "nueva" comunidad de Ibadán, pero estos dos primeros meses me han permitido ver la gran realidad del país que dejé hace cinco años. Lo encontré diferente y, por desgracia, peor de lo que lo había dejado. Algunos problemas que eran recurrentes parecen haberse convertido en crónicos: la distribución de la electricidad, la red de carreteras y transportes, la escasez de gasolina, la devaluación de la moneda local, el aumento del coste de la vida, la inseguridad social (atentados y secuestros), el crecimiento "salvaje" de las ciudades con inmensos barrios nuevos sin luz, carreteras, alcantarillado, las divisiones políticas y religiosas que acentúan el tribalismo. Una realidad en la que la masa de pobres ha aumentado y la gente corriente tiene cada vez más dificultades para salir adelante.
Tuve la oportunidad de visitar las tres obras que iniciaron la presencia salesiana en Nigeria (Akure, Ondo y Onitsha). Fue agradable ver comunidades dirigidas en su totalidad por hermanos africanos, todos ellos caras conocidas, porque hemos crecido juntos durante todos estos años. Fue sorprendente ver a adultos que se acercaban con grandes sonrisas para saludarnos: 'Padre, ¿no te acuerdas de mí? Solía venir al Oratorio. Era monaguillo. Esta es mi mujer y estos son mis hijos". Niños y niñas, jóvenes ahora padres y madres de familia que crecieron en el espíritu de Don Bosco y difundieron el carisma salesiano.
Más conmovedor fue el encuentro con los ancianos. Eran los adultos de la primera hora, las piedras fundamentales de nuestra presencia. No faltaron las lágrimas por la alegría de volver a vernos y escuchar palabras de gratitud por lo que significaba para ellos la venida de los Salesianos. Particularmente conmovedora fue en Akure la visita al obispo Francis F. Alonge, anciano y jubilado, que nos acogió en 1982. Igualmente conmovedora fue la visita a la tumba del padre Gabriel Marcos Wade, el primer salesiano que pisó Nigeria y el primero en dejarla para ir al cielo.
Durante estos dos meses, la comunidad de Ibadán ha sido testigo de varios acontecimientos. Uno interesante fue la iniciativa, el día anterior a la fiesta de Don Bosco, de limpiar las calles del barrio para sensibilizar a la gente a cuidar el medio ambiente y mejorar sus condiciones higiénicas.
Las elecciones fueron una cita muy esperada, la campaña fue larga y acalorada (...) Desgraciadamente, una vez más la corrupción, el amiguismo y la ineficacia se impusieron (...) Sin embargo, las reacciones postelectorales fueron más maduras. El camino de la democracia es largo y tortuoso, avanza a pequeños pasos...
Esta es la nueva realidad en la que estoy inmerso. Estoy muy bien, estoy ocupado y el tiempo ha tomado su ritmo imparable.
