La Positio fue elaborada bajo la guía del relator monseñor Maurizio Tagliaferri, con el postulador, el padre Pierluigi Cameroni, SDB, y la colaboración de la doctora Mariafrancesca Oggianu. Los elementos estructurales de la Positio incluyen una presentación breve del relator; la Informatio super martyrio, que expone teológicamente el martirio material y formal de los Siervos de Dios; dos Summarium con las pruebas documentales y testimoniales; las sesiones finales, y el aparato iconográfico.
Tras su entrega, la Positio será revisada por los consultores teólogos del Dicasterio para las Causas de los Santos. Posteriormente, será estudiada por los cardenales y obispos, y tras estas fases de análisis, el sumo pontífice podrá, en caso de una evaluación favorable, promulgar el decreto sobre el martirio de los siervos de Dios. Esta noticia ha llenado de alegría a las inspectorías salesianas de Campo Grande (Brasil) y Alemania, así como a las diócesis de Barra do Garças (Mato Grosso) y Bamberg (Alemania).
El padre Rodolfo Lunkenbein, sacerdote salesiano, nació el 1° de abril de 1939, en Döringstadt, cerca de Bamberg, Alemania. Segundo de tres hermanos, descubrió la vida de Don Bosco en quinto grado y sintió el deseo de ser misionero. Ingresó al aspirantado salesiano de Buxheim y, a los veinte años, comenzó su noviciado en San Pablo, Brasil. En 1963 inició su experiencia práctica en Meruri, trabajando con los indígenas Bororo. Fue ordenado sacerdote el 29 de junio de 1969 y regresó a Brasil, donde en 1972 cofundó el Consejo Indigenista Misionero (CIMI) para defender los derechos de los pueblos indígenas. Como director de la misión de Meruri en sus últimos años, continuó su labor pastoral pese a las amenazas de muerte, hasta su asesinato el 15 de julio de 1976, junto al laico Simão Bororo, a manos de un grupo de setenta colonos armados.
El laico Simão Cristiano Koge Kudugodu, conocido como “Simão Bororo”, nació el 28 de octubre de 1937, en Meruri, Mato Grosso. Tras trabajar como buscador de diamantes, en 1957, comenzó a colaborar con los misioneros en Santa Teresinha y, entre 1962 y 1964, ayudó a construir las primeras casas de ladrillos para las familias Bororo, en Meruri. Dedicó su vida como albañil a la misión y murió el 15 de julio de 1976, defendiendo al padre Rodolfo Lunkenbein. Perdonó a sus asesinos antes de fallecer camino al hospital.
El padre Rodolfo y Simão Bororo son parte de una larga lista de misioneros católicos e indígenas que dieron sus vidas por los derechos de los pueblos originarios. Su sangre, derramada en defensa de la tierra y de su riqueza cultural, espiritual y natural, sigue fertilizando la lucha por la justicia. El lema sacerdotal del padre Lunkenbein era: “He venido para servir y dar mi vida” (Mc 10, 45).
En su última visita a Alemania, en 1974, su madre lo instó a cuidarse, pero él respondió: “Madre, ¿por qué te preocupas? No hay nada más hermoso que morir por la causa de Dios. Ese sería mi sueño”.
