La base del éxito del Camp Savio reside en su riguroso proceso de formación. A partir de diciembre, los asistentes animadores, seleccionados por su potencial de liderazgo, se someten a meses de preparación en campos como la comunicación, la resolución de conflictos y la gestión de grupos.
En marzo, comienzan a guiar las sesiones semanales de formación para los animadores regulares, centradas en los valores salesianos, en el desarrollo de los niños y en lo que significa dar el ciento diez por ciento. La formación culmina en una Semana de Formación de Animadores, que une la preparación práctica con la formación espiritual, previendo momentos de reflexión en la capilla de adoración, para garantizar que los animadores estén siempre listos para guiar e inspirar a los demás.
Cuando llegan los pequeños huéspedes del campamento, todo ese arduo trabajo se ve recompensado. Los animadores jefe, jóvenes ellos mismos, asumen roles exigentes, gestionando los caprichos de los niños, respondiendo a las preocupaciones de los padres y creando un entorno en el que todos los niños se sienten bienvenidos, amados y acompañados.
Las reuniones matutinas diarias alinean las expectativas, promueven la colaboración y subrayan los valores cristianos y salesianos como la amabilidad, la empatía y la cercanía.
El programa estructurado del Camp Savio está diseñado para alejar a los niños de las pantallas y sumergirlos en actividades de arte y manualidades, juegos al aire libre, diversión en la piscina, excursiones… Cada día concluye con un momento de síntesis y reflexión, con las tradicionales “buenas noches”, en la que los jóvenes asistentes del campamento repasan el día, comparten las lecciones aprendidas y rezan juntos.
A través de esta rutina bien distribuida, no solo se construyen muchos recuerdos hermosos, sino que también se forja el carácter, reforzando los valores que representa el Camp Savio.
“El Campamento Savio enseña que el amor transforma – testifica Juan Carlos Montenegro, uno de los responsables de la iniciativa —. Los jóvenes animadores salen de su zona de confort para guiar a sus amigos más pequeños con paciencia y atención, creando un ambiente tranquilo y alegre, incluso con seiscientos participantes. El campamento ofrece una comunidad acogedora, donde los niños y los jóvenes se sienten apreciados, escuchados y acompañados, reflejando el modo en que Jesús acompañaba a sus discípulos. Por último, muestra cómo el carisma salesiano permanece vivo y actual, dando a los jóvenes la posibilidad de crecer en la fe, en el protagonismo y en el servicio, tal como lo quería Don Bosco”.
Año tras año el Campamento Savio se confirma como un trampolín para futuros líderes, un santuario de la fe y un testimonio viviente del poder de la confianza en los jóvenes, de la formación y del amor: un modelo de misión salesiana en acción.
