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Senegal – Seny, aventurero de ida y vuelta

21 Septiembre 2018

(ANS – Tambacounda) – “Cuando decidimos ponernos en camino, nunca pensamos que podemos perder nuestra vida. El único deseo que nos mueve el salir de nuestra patria es querer una vida mejor. Queremos dejar la pobreza… así que, cerramos los ojos y nos lanzamos a la aventura”. Es el testimonio Seny Daillo un joven senegalés que un día dejó a su familia y emprendió un viaje desde Tambacounda hasta Lampedusa (Italia). ¿Qué final tuvo esta historia? ¿Cómo concluyó su deseo de salir de su tierra para una vida mejor? Las preguntas vienen a la mente. La respuesta lo encontramos en pocas palabras y en la vida de “Seny”.

Seny es uno de los más de 30.000 menores que llegaron a Europa solos el año pasado. “Unos 28 millones de niñas y niños de todo el mundo han sido víctimas de desplazamientos forzosos a causa de la violencia y la guerra”, refiere la Unicef.

El viaje del Seny no fue en un cómodo avión desde Dakar. Tuvo que sobrevivir al desierto y al Mediterráneo. Más de un mes le llevó llegar a la tierra prometida, donde encontraría oportunidades, trabajo y un futuro mejor.

Y ¿Por qué dejan Senegal? La realidad de pobreza de este país es alarmante.  Este año, la sequía está dejando a unas 245 mil personas sin alimentos. Los que más sufren son los niños y las niñas. Lamentable y dura la definición que dio el periodista José Naranjo del el País (España) a este país: “Senegal, el país de los niños mendigos”.

En Senegal, Seny no veía posibilidades para salir de la pobreza y el hambre, no tenía esperanzas. Y esas son las motivaciones de la mayoría de los jóvenes que deciden dejar todo para tener una oportunidad aunque esté a miles de kilómetros de distancia y ponga en riesgo su vida.

Seny llegó a Lampedusa sin nada. “No tenía dinero, ni ropa limpia, ni comida… estaba solo”. Entonces un misionero salesiano lo llevó al centro salesiano Aidone, en el que acogen a menores no acompañados que llegan de África y Medio Oriente. Allí encontró un hogar y aprendió idiomas. Durante dos años estuvo trabajando como mediador cultural. “Pero nunca me olvidé de mi casa”, explica Seny.

Gracias a los misioneros salesianos en Senegal y a la organización “Don Bosco 2000”, Seny ha conseguido volver a casa. “Espero poder convencer a otros jóvenes que no pongan en riesgo su vida y que arriesguen para poner en marcha pequeñas empresas o proyectos agrícolas que ayuden a Senegal”, puntualiza.                             

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