La religiosa de la Familia Salesiana en la Sala de Prensa del Vaticano manifestó: “Un sueño que espero ver cumplido es una Iglesia profética donde, incluso la dimensión económica se vive con transparencia y credibilidad”.
“No podemos hablar sobre la pobreza y mostrar poca atención a los problemas ambientales – continuó su presentación – de lo contrario generamos nuevas pobrezas, y quienes lo pagan son los jóvenes... Uno no puede escuchar el clamor de los pobres, y de los jóvenes entre los pobres, sin escuchar el clamor de la tierra, porque son el mismo clamor”.
Incluso en el compromiso directo de la Iglesia en este campo, la religiosa amplía su mirada: “Los jóvenes necesitan oportunidades, no asistencia. La Iglesia puede hacer más. Puede proporcionar bienes, pero también la experiencia de muchos. Nuevos monasterios, esbozos de nuevas civilizaciones, donde se experimenten nuevas formas de economía y trabajo, y donde los jóvenes pueden pasar un año de su vida, como una transición entre la familia y la vida adulta”.
Con motivo de la presentación, justo el día anterior a la presentación se publicó un informe de Caritas Italia sobre la pobreza en el país, y la religiosa ha manifestado: “En Italia, por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, la incidencia de la pobreza absoluta es mayor entre los jóvenes que entre los ancianos”.
Pero la receta que los religiosos proponen para salir de esta situación es válida a nivel universal: “Este estado de cosas no cambia si no abrazamos la perspectiva de la sostenibilidad”.
Y la Iglesia puede dar un buen ejemplo: “Si toda la Iglesia comenzara a vivir desde esta perspectiva económica, se haría una gran contribución para reducir la nueva pobreza. Si las inversiones financieras avanzan hacia lo que es sostenible, en lugar de financiar compañías o estados que coludan con el comercio, por ejemplo, las armas ... Si salimos de este Sínodo convencidos de una conversión en este sentido, los jóvenes nos lo agradecerán”.
