Italia – La sabiduría de los grandes salesianos: Padre di Mauro y Padre Voci

18 Junio 2019

(ANS - Roma) – “Me imagino a los ancianos como un coro permanente de un importante santuario espiritual, donde las oraciones de súplica y los cantos de alabanza apoyan a toda la comunidad que trabaja y lucha en el campo de la vida”. Estas son las palabras del Papa Francisco, un Papa que nos invita con frecuencia a prestar atención a los ancianos, conscientes de que ellos pueden ofrecer una visión de la vida y de la sabiduría de valor inestimable. El P. Rodolfo di Mauro, siciliano, de 101 años, y el P. Pasquale Voci, calabrés y con cien años de vida, son dos salesianos “mayores” muy estimados y apreciados por sus jóvenes hermanos.

El P. di Mauro, nació el 16 de mayo de 1918 en Militello, pasó su vida al servicio del carisma de Don Bosco en su Sicilia natal. Es la memoria histórica de la casa "Salette" en Catania y en su vida tuvo que enfrentarse a las guerras mundiales, a la pobreza, a la arrogancia de la mafia.... Aprendió a adaptarse continuamente, a encontrar el “bien” en todo sitio y a no temer. Y puede permitirse el lujo de decir: “Tengo que dar gracias al Señor por lo que he hecho, he pasado de las lámparas de aceite a la era digital.... He dado y recibido mucho en 'Salette' y he aprendido a no tener miedo de nada, ni siquiera de la muerte”.

El P. Voci nació el 10 de junio de 1919 en Sant'Andrea Jonio, y dedicó gran parte de su vida a la educación escolar. Hoy reside en Salerno, Inspectoría de Italia Meridional (IME) y, con la tenacidad que lo distingue, subraya: “El sacerdote para llevar a cabo su misión con dignidad debe ser humilde, siempre en busca de las tres verdades: humanista, bíblica y patrística. Esta búsqueda requiere compromiso, saber agachar la cabeza y trabajar bastante”.

No es una teoría aprendida desde fuera, sino una experiencia madurada en la propia vida: “El día que trabajaba, por la tarde cenaba ligeramente para estudiar por la noche. Así que me las arreglé para graduarme y calificarme para enseñar. Aconsejo a todos que inviertan en el estudio. Cuando el sacerdote es rico en las tres verdades, que lo hacen hombre, cercano a Dios y padre, entonces es un sacerdote “estupendo”; porque la cultura es la mejor arma para afrontar la misión”.

«Es hermoso ver a un anciano que tiene criterio, un anciano que sabe aconsejar. Es hermoso ver a un anciano que es sabio, a un hombre estimado que comprende y sabe decidir. Una rica experiencia es la corona de los ancianos; pueden sentirse orgullosos si tienen el temor del Señor» (Sir, 25, 4-5)

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