Entre los años 2018 y 2019, hice varios pedidos de ayuda para las víctimas de los incendios de Bukavu. Desafortunadamente, los incendios, aunque a menor escala, continúan. El párroco ha manifestado que el 2019, mil familias de la zona han perdido sus casas por los incendios. A finales de enero, la Oficina Diocesana de Obras Médicas, también se quemó por razones desconocidas. No solo era una oficina, sino también una fábrica de medicinas simples y sobre todo un almacén de medicamentos... Los archivos, el equipo del laboratorio, las medicinas recién producidas y listas para ser puestas en el mercado, el equipo de computación, todo se redujo a cenizas... Las pérdidas son inmensas.
Durante el mismo período en Bukavu, tuvimos fuertes lluvias que causaron derrumbes, deslizamientos, pequeñas inundaciones, colapso de las paredes de las casas... Al menos diez personas murieron.
Las causas son siempre las mismas. Muchas familias vienen del campo a la ciudad, expulsadas por las guerras y las guerrillas, por la falta de seguridad, la pobreza... En Bukavu construyeron su casa donde encontraron un pequeño espacio abierto, en empinadas laderas, donde no existe nada, y expuestos a previsibles deslizamientos de tierra. Los funcionarios de la administración pública, que durante años han estado vendiendo tierras no aptas para la construcción, son en gran parte responsables de los desastres que se producen continuamente. En los discursos oficiales, el gobierno promete aliviar la congestión de la ciudad y preparar nuevos terrenos para construir en las zonas periféricas. Hasta ahora, no se ha hecho nada. Y los desastres continúan.
En los recientes deslizamientos de tierra, muchas familias han perdido todo. Y vienen al Centro Don Bosco para pedir ayuda de emergencia: ropa, comida, dinero para la escuela de los niños... Y les decimos: mientras nos ayuden, los ayudaremos a ustedes. Por eso, con gratitud por lo que ya ha hecho, me atrevo a pedir de nuevo ayuda. Ayuda que todos pueden dar, especialmente para que los niños puedan continuar su escolaridad. Dada la emergencia, hasta la más pequeña ayuda puede ser preciosa.
