Ha sido escasa la reflexión en los documentos de la Iglesia sobre el tema del sacerdocio de los religiosos. En la Congregación, en cambio, la carta del Padre Viganò en las ACG 335 sigue siendo un punto de reflexión fundamental: "Nos preocupamos por el sacerdote del dos mil".
"Vivir el sacerdocio como Salesianos" (ACG 431) comienza llamando la atención sobre el gran don de la vida consagrada salesiana y del sacerdocio. Posteriormente continúa ilustrando los rasgos característicos del sacerdocio en la vida salesiana y termina con sugerencias oportunas para profundizar en la identidad del Salesiano Sacerdote.
Invita al sacerdote salesiano a tener una visión más clara de su lugar en la Iglesia. Debemos ser siempre conscientes y estar convencidos de que la más alta dignidad de la Iglesia es la que confiere el bautismo. Los Padres de la Iglesia solían decir Christianus alter Christus - el cristiano es otro Cristo. "Significa mucho más ser cristiano que el episcopus, aunque sea el obispo de Roma", dijo Juan Pablo II en "Cruzando el umbral de la esperanza".
El texto propone una reflexión sobre la singularidad del sacerdocio de Cristo, para estimular a los sacerdotes salesianos a evitar cualquier posible tendencia a comportarse como maestros entre el pueblo de Dios. Un sacerdote que asume esas actitudes clericales que el Papa Francisco a menudo denuncia, muestra que no ha entendido casi nada del sacerdocio de Jesús.
El sacerdocio ministerial debe por lo tanto estar al servicio del sacerdocio común de los fieles. En la Jerusalén celestial no necesitaremos ni la Biblia, ni los sacramentos, ni los obispos, ni los sacerdotes, como señala Don Viganò.
Las elecciones de apostolado del sacerdote salesiano están siempre mediadas por la comunidad y el carisma. Por lo tanto, no todas las actividades sacerdotales son adecuadas para un sacerdote salesiano, sino sólo aquellas que forman parte del carisma y la misión y han sido sometidas al discernimiento de la comunidad. Al sacerdote salesiano también se le recuerda que su consagración colorea todo en su vida.
La carta concluye enumerando las implicaciones de esto para la animación vocacional y para las diversas etapas de la formación. El desafío de la formación específica es asegurar que los hermanos continúen creciendo plenamente en su identidad sacerdotal salesiana consagrada. Sólo cuando viven en armonía y en la máxima extensión de esta vocación e identidad, aún con limitaciones personales, los Salesianos son lo que la Iglesia, los jóvenes y el Pueblo de Dios les piden que sean. Cuando no es así, el famoso dicho de Agustín también se hace realidad para nosotros: bene curris, sed extra viam - eres un gran corredor, pero vas en la dirección equivocada.
