Volviendo al hecho de la respuesta del anciano que lo único que tenía en su vida era “perdonar” y uno se pregunta: ¿Qué Perdonar? ¿A quién perdonar? ¿Por qué perdonar? “He visto – comenta la entrevistadora – las fotos de la familia de este anciano. Me llamó la atención la foto de una niña que ya no existe, insiste el anciano. Era un anciano que había perdido a toda su familia y toda su familia había sido exterminada en el Holocausto. Había quedado completamente solo en el mundo”.
Quien lee esta historia se vuelve a preguntar ¿puede un hombre perdonar? La respuesta, aunque parezca ilógica, es que el anciano “fue capaz de perdonar. No solo eso, fue capaz de afirmar que el perdón era el valor más importante”. Y gracias a la victoria del perdón la vida continúa. Esta es la historia que nos pide el Papa Francisco: “dejarnos perdonar”, “Dejarnos reconciliar por Dios”.
El Papa nos pide dos cosas concretas para este tiempo de Cuaresma.
La urgencia de convertirnos. El Papa Francisco remarca la importancia de la oración en el tiempo cuaresmal, pues el contemplar “la experiencia de la misericordia”, solo es posible en dicha práctica, “en un ‘cara a cara’ con el Señor crucificado y resucitado ‘que me amó y se entregó por mí’ (Ga 2,20)”, en el “diálogo de corazón a corazón, de amigo a amigo”. Orar, “más que un deber, nos muestra la necesidad de corresponder al amor de Dios, que siempre nos precede y nos sostiene”. Lo que verdaderamente cuenta a los ojos de Dios al rezar “es que penetre dentro de nosotros, hasta llegar a tocar la dureza de nuestro corazón, para convertirlo cada vez más al Señor y a su voluntad”.
La necesidad de dialogar con Dios. Para el Papa, esta nueva oportunidad de conversión debería suscitar “un sentido de reconocimiento y sacudir nuestra modorra” ya que, a pesar de la presencia del mal en nuestra realidad, “este espacio que se nos ofrece para un cambio de rumbo manifiesta la voluntad tenaz de Dios de no interrumpir el diálogo de salvación con nosotros”
Es posible que aquel anciano haya perdonado la tragedia que vivió, pero faltaba un paso: dar un espacio para el perdón de Dios. “Dejarnos reconciliar por Dios” es la meta de todo cristiano.
