El padre Cappelletti, vivió seis años en dos misiones en el río Alto Río Negro, cuidando a los indígenas que están en pequeñas aldeas de la jungla. Luego fue trasladado al estado amazónico de Rondonia, en Porto Velho, una ciudad de 500.000 habitantes, donde fue el responsable de una parroquia, del oratorio y de las actividades promovidas para niños y jóvenes. Desde aquí, cada mes, recorre 1.200 kilómetros de camino accidentado para ir al Cruzeiro do Sul y prepararse para la nueva misión, deseada por el obispo local, el monseñor salesiano Flavio Giovenale:
“La tragedia de esta ciudad fronteriza con Perú es el narcotráfico masivo: cuando los niños abandonan los estudios o terminan la escuela y no pueden encontrar trabajo, a menudo son reclutados por traficantes para vender droga - explica el padre Cappelletti -. En la zona amazónica hay familias sólidas y unidas, atentas a la educación de sus hijos, pero muchas familias son frágiles. Los niños a menudo son descuidados y tratan de ganar dinero fácilmente con las drogas. La pobreza es generalizada: la agricultura y la ganadería -las principales actividades- están en manos de unos pocos terratenientes muy adinerados, que lamentablemente pagan salarios humillantes a sus trabajadores”.
Mons. Giovenale confió a los salesianos, la pastoral juvenil de toda la ciudad de Cruzeiro do Sul y el cuidado de los internos de la local prisión de menores. El objetivo del padre Cappelletti es abrir un oratorio e iniciar cursos profesionales -de panadería, cocina, estética, instalación y mantenimiento de sistemas eléctricos- para que los jóvenes puedan encontrar un trabajo o abrir una pequeña empresa.
El oratorio se levantará en la zona del antiguo seminario mayor, donde ya hay una cancha de fútbol y un campo cubierto para basquet y voleibol. En las últimas semanas se están reestructurando los locales que acogerán a la comunidad salesiana y las diversas actividades del oratorio. En otra zona de la ciudad, la Cáritas local ha puesto a disposición un galpón, también en proceso de renovación, que albergará las aulas. Las obras finalizarán en unos meses y ya en diciembre se podrán abrir las inscripciones.
"A partir de enero del próximo año -añade el padre Cappelletti- debería irme a vivir de forma permanente a Cruzeiro do Sul. Espero que la Inspectoría salesiana de Manaus, a la que pertenezco y la Congregación envíen al menos dos cohermanos: así podremos establecer una pequeña comunidad”.
“Sueño que el oratorio que estamos construyendo también se vuelva itinerante: me gustaría que se hicieran muchas actividades incluso en los barrios más pobres y periféricos. Los niños y jóvenes de esta ciudad, que el Señor mira con amor sin límites, necesitan ser acompañados, guiados, apoyados, necesitan alguien que les ayude a construir una vida buena. Trabajaré en pos de este objetivo junto a todos aquellos que quieran dar una mano: la alianza de los adultos por el bien de los jóvenes es fundamental” concluye.