EDITORIAL
Dar un trabajo a los que no lo tienen, o dar sentido a cómo emplear la propia existencia mejorando el mundo. Afirmar el derecho de toda persona y de los más débiles a tener una vida digna y transformar a través de ellos la sociedad adulta. Todo esto y aún más puede dar San Juan Bosco, siempre que sepamos hacerlo volver no solo con la letra de una canción popular -incluso entre sus seguidores- sino en el método, las virtudes y la planificación concreta de sus sueños.
La mirada atenta de una madre al lado de su bebé hace que ella responda de inmediato con un suave toque o caricia al menor llanto o movimiento del pequeño. Este es quizás un buen ejemplo de lo que significa escuchar con el corazón. La madre siente lo que el bebé necesita.
Escuchar con el corazón es la experiencia de una persona noble, amorosa y compasiva. Mirando a nuestro alrededor, vemos millones de personas sufriendo en silencio todos los días. Todos quieren ser escuchados. Pero el caos, tantos ruidos y el estruendo han causado mucha sordera interior y solo escuchamos algunos sonidos. Hemos perdido la capacidad de empatizar, escuchar y sentir.
El llamado a escuchar con el oído del corazón es la invitación que hace el Papa Francisco para la 56ª Jornada Mundial de las Comunicaciones, que se celebra, como cada año, el Domingo de la Ascensión (28 de mayo de 2022). Pero, ¿realmente estamos escuchando? ¿Cómo podemos escuchar con el corazón?
Pasamos horas, cuando niños, mirando en el cielo oscuro para descubrir las estrellas fugaces que pasan. Nos dijeron: "Cuando veas una estrella fugaz, pide un deseo". Pero siempre es triste ver una estrella surcar el cielo, caer y apagarse. ¿A dónde van las estrellas fugaces?
Una de las experiencias más bellas que vivimos como educadores es cuando un joven se nos acerca durante el día y nos pide un minuto porque tiene algo importante que decirnos: "Don, estoy enamorado, soy la persona más feliz del mundo". Realmente quería decírtelo porque eres una persona importante para mí". El rostro presenta un curioso brillo, las palabras se superponen, hay agitación y luego silencio. Están esperando nuestra respuesta. A veces sólo esperan que les digamos que somos felices y que compartimos su alegría, una palabra de aliento. Puedes sentir la magia del momento.
Lo que más necesita un adolescente es ser "escuchado".