¿Cómo le hace sentir este nombramiento, que llega en un momento tan particular?
En realidad siempre he sido un sacerdote entre los jóvenes, el sacerdote de los jóvenes, un sacerdote de los suburbios y no pensaba en cosas más grandes como el servicio episcopal; por eso, ahora encomiendo mi corazón a Dios: si Él quiso mi elección y si Él ve posible lo que es imposible a mis ojos, que Él me guíe.
Como obispo, quizás tenga desafíos mayores al acompañar al pueblo de Dios, ¿qué piensa al respecto?
El obispo en realidad es siempre el pastor, su rebaño son los fieles y todo el clero; claro, yo pienso que sea mucho más que un superior de una casa religiosa... Pero, por otro lado, este territorio del Donbsass me fue siempre muy querido, he estado cerca de los jóvenes y de los sacerdotes, durante muchos años, a través de los campamentos de verano. En definitiva, no es un territorio nuevo para mí, ni tampoco las personas que tendré que encontrar.
¿Cómo le ha apoyado el carisma de Don Bosco hasta ahora y cómo le apoyará como obispo?
Don Bosco tenía una gran fe en la vida, siempre hablaba de la vida como un don grande y precioso de Dios, de un tesoro. Don Bosco también creció en dificultades similares a las de nuestro país hoy. Entonces creo que estará aún más cerca de mí durante mi servicio, inspirándome y acompañándome con la valentía que tuvo para guiar a los niños y ser un buen pastor. También representa la cruz salesiana del buen pastor que se entrega a cada uno de nosotros y nos acompaña durante toda la vida. Don Bosco nunca se sintió solo: incluso en los momentos más difíciles y de prueba, sabía que tenía a su lado a figuras importantes, como Don Cafasso por ejemplo, pero también tenía un fuerte sentido de la presencia de Dios y de María Auxiliadora. Me considero afortunado de ser actualmente el Director de la casa salesiana de María Auxiliadora en Kiev: la siento muy cerca y creo que será un punto de fuerza en el servicio que tendré que realizar.
Ya en 2020 describió una situación muy difícil en Ucrania, con la guerra en Donbass desde 2014 y tanta pobreza. ¿Cuál es la situación de la gente ahora?
La situación ha cambiado mucho y empeorado, porque la gente ha perdido, en primer lugar a muchos seres queridos, un dolor inmenso que nadie puede llenar. Además tantísimos han perdido sus casas y con sus habitaciones todo el trabajo y la vida de años anteriores. Por eso el dolor del pueblo y sus esfuerzos son mucho mayores.
Unos días después de la invasión rusa, Ud. dijo que había celebrado misa en los búnker. ¿La Iglesia hoy está aún más presente en los lugares y entre las personas a pesar de los riesgos?
Sí, en realidad las personas buscan a Dios de varias maneras, una búsqueda abierta o una búsqueda a través del diálogo y como siempre, la Iglesia trata de estar cerca con la palabra, con el apoyo, con el cariño, con las obras de caridad, hoy también con el acompañamiento de los heridos por la guerra y de las familias que han tenido que cambiar toda su vida.
En su primera oración como obispo con su comunidad, ¿cuáles serán sus intenciones?
Rezaré para poder encontrar paz y alegría en nuestros corazones, porque esta es la señal de la presencia de Dios que acompaña a su pueblo en su camino. La paz es algo que todos estamos buscando y con la paz creo que la gente podrá encontrar esa alegría del corazón que hoy todavía es muy difícil de manifestar. Pero teniendo a Dios al lado, nada es imposible.
