El marco del festival de cine "más antiguo" del mundo, que este año ha celebrado su 91º aniversario, es excelente, sobre todo por la oportunidad de participar desde la perspectiva privilegiada de la acreditación.
Desde hace veintiséis años, el grupo que participa en el taller actúa también como Jurado del Premio "Lanterna Magica", reconocido por el Festival de Cine como uno de los Premios Colaterales, que el Cinecircoli Giovanili Socioculturali asigna a la película más significativa por sus temas cercanos al mundo de los jóvenes, relacionados con la educación y el crecimiento personal.
Al taller de este año asistieron veintitrés operadores culturales, distribuidos en dos turnos, procedentes de las regiones Marque, Liguria, Lombardía, Cerdeña, Véneto y Puglia, todos ellos animadores de comunicación y cultura pertenecientes a los círculos salesianos CGS, en su mayoría con edades comprendidas entre los dieciocho y los veintinueve años.
Más allá del visionado de las películas programadas en las distintas secciones de la Muestra, los jóvenes se implicaron en un encuentro cotidiano con los escenarios culturales del mundo contemporáneo, también a través de una formación operativa sobre el lenguaje del Cine, que se concretó en la realización de reseñas y fichas de películas publicadas diariamente en la sección "Fuori dal coro" de la página web www.sentieridicinema.it y disponibles inmediatamente después de la presentación de las películas.
Al final del Festival, en el marco del "Spazio Cinematografo", comisariado por la Fondazione Ente dello Spettacolo de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI) en el Hotel Excelsor de Venecia, el Jurado de la CGS concedió el Premio "Lanterna Magica" (XXVI edición) a la película "IO CAPITANO", de Matteo Garrone, con la siguiente motivación
"Por haber construido una historia de madurez a través del tema del viaje hacia la realización de los propios sueños, común a muchos adolescentes, declinado, sin embargo, sobre el telón de fondo del dramático problema de la emigración y de las "rutas de la esperanza". En el centro de la narración está el coraje y la determinación de Seydou que, en un mundo en el que se tiende a eludir la responsabilidad, se convierte en un hombre cuando asume plenamente su papel, haciéndose cargo de los más débiles, hasta el grito final recordado en el título. Interesante, desde el punto de vista del lenguaje, es el uso de una fotografía muy cuidada, con una luz que privilegia los tonos cálidos y envolventes, como para enfatizar los colores y matices de África. Las incursiones oníricas y visionarias que acompañan el viaje confieren a la historia unas brillantes sugerencias de cuento de hadas. El director elige el estilo del apólogo para subrayar la necesaria recuperación de la percepción de la humanidad de los emigrantes".
