Reservado y discreto, pero muy preparado y con profundas convicciones éticas y sociales "sin matices". En resumen, "un periodista de otros tiempos", se podría decir hoy. Así lo recuerdan sus colegas y todos aquellos que lo conocieron en estos casi cincuenta años de actividad periodística.
Nacido en el campo, en Valleluce, en la provincia de Frosinone, el 9 de julio de 1944, era un hombre concreto que se preocupaba por la esencia de las cosas: provenía del campo y cuando era pequeño había cuidado ovejas. Se trasladó a una edad temprana a los "barrios" en las afueras de la ciudad de Roma. Quizás aquí, entre lo que el Papa Francisco ha llamado los "descartados" ignorados por una sociedad que no ama "las periferias", desarrolló aún más su sensibilidad social.
Su vida transcurrió como periodista social y vaticano en la agencia Asca, a la que contribuyó a lanzar y donde también desempeñó un importante trabajo sindical en el Comité de Redacción. Y junto a ello, estaba el compromiso por un periodismo que, junto con muchos otros sectores de la sociedad italiana, aún tenía el sueño y la ambición de cambiar la sociedad. Es en esta dimensión que siempre debe ser enmarcado, con obstinación y poco margen para los compromisos, su compromiso profesional que llevó a Carlo a convertirse en redactor jefe en Asca.
Su última batalla en la agencia para la que dedicó gran parte de su vida fue crear una redacción "Social" en la que creyó con total dedicación, tanto que introdujo, por primera vez en Italia, la figura del redactor social que aseguraba un flujo diario y continuo de noticias sobre hechos y políticas relacionadas con las realidades marginales de la sociedad, el voluntariado y el tercer sector, temas como las drogas, la prisión, la salud negada y luego los migrantes y las discapacidades. En resumen, todo lo que, especialmente en esos años, se consideraba "no noticias" con sectores de la población que no servían ni al consenso ni a la economía.
En este camino también se inserta el compromiso de Di Cicco por la paz: firmemente pacifista, pasó también un breve período en la cárcel al negarse a realizar el servicio militar en una época en la que eso constituía un delito. Amigo del Movimiento "Pax Christi", militante de esta realidad asociativa, durante diez años fue director del Boletín nacional, y fue amigo de obispos comprometidos como Monseñor Tonino Bello y Monseñor Luigi Bettazzi.
Su profesionalidad tuvo una especie de confirmación con la llamada, en la última fase de su vida, al otro lado del Tíber, como Vicedirector de L’Osservatore Romano, donde contribuyó a guiar durante los años del pontificado del Papa Ratzinger. Fue el propio pontífice alemán quien lo llamó después de quedar positivamente impresionado por su argumentado libro: Ratzinger. Benedicto XVI y las consecuencias del amor de mayo de 2006 (para Ediciones Memori), en el cual - en contra de la corriente - describía a un pontífice con características y orientaciones completamente diferentes a las presentadas por la prensa en esos años. Una lectura "diferente" y totalmente inédita que impresionó a las altas esferas del Vaticano por la agudeza de los análisis más allá de los esquemas ya establecidos, para lo que fue rápidamente etiquetado como "el Pastor alemán".
En L’Osservatore Romano, Di Cicco llevó sobre todo un fuerte sentido del trabajo, de la preciosa dignidad del periodismo y el impulso de tener siempre el ojo orientado hacia los más pobres y necesitados, especialmente hacia los migrantes. Al mismo tiempo, no dejó de prestar atención del periódico de la Santa Sede a las comunidades de religiosos y religiosas.
Colaboró con numerosos periódicos y revistas, diarios y periódicos, y con revistas especializadas. Inició y cuidó la parte periodística de "Vidimus Dominum", el primer diario internacional en línea sobre la vida consagrada.
Para la Agencia iNfo Salesiana fue un estrecho y valioso colaborador precisamente en los años en que la Congregación decidió relanzarla. "Fue un regalo gratuito del Cielo - recordó el salesiano Padre Carlos Garulo, exdirector de la ANS en los años noventa del siglo pasado -. Fui llamado para reorganizar la comunicación de la Congregación y, al tener poco conocimiento del italiano, contacté a un redactor de la revista Jesús para pedir ayuda. Este no pudo, pero me indicó a Di Cicco, ¡y fue una bendición!".
Después de una llamada telefónica y un primer encuentro, Di Cicco se apasionó por el proyecto de la ANS. "Venía una vez a la semana, para establecer juntos el tipo de comunicación que queríamos llevar a cabo - continúa el salesiano -. Forjamos una relación vital. Y fue realmente importante: nunca habría hecho muchas cosas, tenía una formación más empresarial, él aportó su formación periodística".
"Agradezco al Señor por haberlo conocido", concluye el Padre Garulo.
Los funerales de Carlo Di Cicco se celebrarán el miércoles 17 de abril, a las 11:00 (UTC+2), en la basílica de San Juan Bosco en Roma. Estará presente también el Cardenal Bertone.
